El islamista Ali Larayedh anunció el viernes la composición del nuevo gobierno de Túnez, ratificando una alianza ampliada a independientes que tendrá la dura tarea de sacar al país antes del fin del año de la crisis política y de seguridad.
Tras dos semanas de negociaciones “maratónicas”, el ministro del Interior saliente presentó su equipo, que ratifica la alianza entre el partido islamista Ennahda y sus dos aliados laicos, el Congreso Para la República del presidente Moncef Marzuki y Ettakatol, a falta de haber logrado ampliarla a otras fuerzas políticas.
“Este gobierno es para un periodo que irá máximo hasta fines de 2013”, declaró Larayedh, sugiriendo que la Constitución fue adoptada de ahora hasta esa fecha y que las elecciones legislativas y presidenciales se llevarán a cabo antes del tercer aniversario de la revolución en enero de 2014.
No quiso dar datos sobre el calendario electoral e indicó que se trata de una prerrogativa de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), al mismo tiempo que se refirió para ella a los meses de “octubre-noviembre” de 2013.
En su cuenta Twitter, Ennahda subrayó que sus miembros solo representan el 28% del nuevo gabinete (40% en el anterior), mientras que los independientes cuentan ahora con el 48% de las carteras.
Sin sorpresa, los ministerios más importantes fueron confiados a personalidades independientes, pues el partido islamista había cedido a fines de febrero a esta reivindicación de sus socios y de la oposición.
El ministerio del Interior fue confiado a un procurador, Lotfi Ben Jeddou, el de Relaciones Exteriores a un veterano de la diplomacia tunecina, Othmane Jarandi, y los ministerios de Defensa y de Justicia a Rachid Sabagh y Nadhir Ben Ammou. Estos cuatro hombres no son conocidos del gran público.
Mayoría muy estrecha
El gabinete debe ahora obtener la confianza de los diputados en los tres próximos días para poner fin a la crisis gubernamental que se inició el 6 de febrero con el asesinato del opositor Chokri Belaid.
El Primer ministro Hamadi Jebali había intentado formar un gabinete apolítico, pero frente a la oposición de su propio partido Ennahda, renunció.
Si la coalición debe lograr sin dificultad la mayoría requerida de 109 diputados en la ANC para gobernar, ese apoyo es ampliamente insuficiente para poder solucionar definitivamente la crisis que afecta a Túnez desde hace meses.
El asesinato de Chokri Belaid agravó los problemas existentes. La vida política está paralizada desde hace meses por falta de consenso sobre la nueva Constitución, sin la que ninguna elección puede ser organizada.
Una mayoría de dos terceras partes de la ANC se requiere para adoptar la ley fundamental, pero Ennahda no ha logrado encontrar compromiso con sus aliados salientes sobre la naturaleza del futuro régimen.
El auge del movimiento radical islamista que multiplica los ataques es otro importante desafío para el gobierno.
Larayedh se refirió a este problema el viernes, sin nombrarlo, y prometió “enfrentar seriamente a todos los que desafían el Estado”.
Además el país sigue desestabilizado por conflictos sociales frecuentes, pues el desempleo y la miseria, causas mayores de la revolución de 2011, siguen afectando al país. AFP