“Hace una semana me dijo: ‘¡Váyale comprando las urnas de los morochos porque los voy a escoñetar!’. Le pregunté que por qué y me respondió: ‘¡Están pasados y por eso los voy a matar!’”, contó, entre llantos, Gregoria Guerra mientras esperaba que el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) le entregaran el cadáver de su hijo adolescente, Miguel Ángel… uno de los morochos amenazados de muerte, informa el Correo del Caroní.
Reveló que estas sentencias las pronunció un funcionario de la Policía del Estado Bolívar (PEB) de apellido Bermúdez, que presta servicios en el Centro de Coordinación Policial (CCP) de Francisca Duarte. Aseguró desconocer por qué el funcionario estaba empeñado contra Miguel Ángel y a su hermano, Ángel Miguel Jaramillo Guerra, ambos de 16 años. Desconsolada, sólo pidió que sea investigado por el crimen.
“Ellos (Miguel y Ángel) tienen una hermana por parte de papá y ese policía la llamó para decirle lo mismo que me dijo: que les fuéramos comprado las urnas porque los iba a matar. Esta madrugada fue él el que la llamó para decirle que lo habían matado (…) cuando llegué a donde habían matado a Miguel, estaba una patrulla de Francisca Duarte y ahí estaba Bermúdez”, relató Gregoria antes de volver a romper en llanto.
“Junior no quiere hablar”
El asesinato de Miguel Ángel, penúltimo de 9 hermanos, ocurrió a las 3:00 de la madrugada de este domingo en la invasión El Enfríe, en San Félix. El muchacho y su hermano estaban reunidos desde temprano con varios vecinos del sector, entre ellos Junior y Jesús. Ángel Miguel se fue a su casa temprano, pero su hermano se quedó tomando. “Lo vi ir con esos muchachos a comprar más ron”, dijo su mamá.
Agregó que aunque su morocho y ella fueron a buscarlo para que se fuera a dormir, el muchacho se rehusó. Aseguró desconocer qué ocurrió después de la última vez que lo vio vivo en compañía de Junior, “pero ahora Junior no quiere hablar… no quiere decirme qué pasó. Su hermana sólo me dijo que escuchó dos tiros y que cuando se asomó, ya la policía estaba afuera… yo quiero que ese muchacho cuente la verdad”.
Sobre la conducta de su hijo, posible razón por la que el PEB lo amenazó de muerte, “Goya”, como es conocida Gregoria en el barrio, indicó que Miguel Ángel nunca tuvo problemas con la ley, tampoco su morocho, y que tras abandonar los estudios se dedicó a ayudar a uno de sus hermanos mayores en el cuidado de un fundo en el sector San Miguel de la carretera vieja hacia Upata. “Ellos nunca estuvieron presos”, acotó.