Capriles se encamina a la segunda batalla por la silla presidencial

Capriles se encamina a la segunda batalla por la silla presidencial

AFP PHOTO/LEO RAMIREZ

Henrique Capriles tiene una oportunidad inédita en Venezuela: competir por la presidencia por segunda vez en seis meses uniendo a la oposición, esta vez contra el heredero político del fallecido mandatario Hugo Chávez.

 

Por Andrew Cawthorne y Marianna Párraga/ Reuters





 

Enfrentarse al carismático Chávez y su idilio con los pobres del país petrolero fue una tarea titánica.

Pero la brevísima carrera que ya comenzó para las elecciones del 14 de abril anticipa una batalla diferente, dura y frontal en medio de una gran sensibilidad por la muerte el martes pasado del mandatario tras dos años de lucha contra el cáncer.

Capriles inscribirá el lunes su candidatura tras su dolorosa derrota el 7 de octubre, cuando perdió por 11 puntos pese a que logró la mejor marca electoral de la oposición luego de una maratónica campaña en la que se dio baños de multitudes a lo largo y ancho del país sudamericano.

En una fuerte alocución que despejó las dudas sobre su nueva aventura electoral, el joven gobernador de 40 años dijo el domingo que no dejará la vía libre a Nicolás Maduro, que puntea en las encuestas y a quien acusa de usurpar funciones de presidente.

“Utilizan el cuerpo del presidente para hacer campaña política (…) Yo no juego con la muerte, no juego con el dolor”, dijo.

Capriles se ufana de haber vencido en las urnas a dos hombres que fueron vicepresidentes de Chávez, el actual jefe de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, y al canciller Elías Jaua.

Ahora le tocaría el turno a Maduro, quien también viene de ser vicepresidente y desde el viernes se puso la banda presidencial como interino.

Descendiente de una familia de polacos judíos, Capriles ha intentado alejarse de la desprestigiada vieja guardia opositora y presentarse como un nuevo líder que sube a los barrios pobres en su propia moto, juega al baloncesto con los jóvenes y atiende en persona los problemas de las comunidades.

Esa imagen lo llevó a ganar en diciembre la reelección para comandar el estratégico estado Miranda, en una de las pocas victorias opositoras en esos comicios.

Pero sus enemigos le recuerdan constantemente sus orígenes adinerados y lo acusan de participar en el breve golpe contra Chávez en 2002 cuando fue acusado de “asaltar” la embajada cubana en Caracas, un confuso incidente por el que pasó cuatro meses preso y que él siempre ha negado.

Capriles ha prometido que de llegar a la presidencia giraría hacia un modelo mixto de economía de mercado con fuerte acento social al estilo de Brasil, manteniendo los programas asistenciales del chavismo pero revisando los controles de precios y de cambios y las “fracasadas” nacionalizaciones.

Además, dijo que revisaría la controvertida diplomacia del Gobierno -que cuenta entre sus aliados con países como Siria, Irán, Rusia y Bielorrusia-, así como los programas de envío petrolero en condiciones preferenciales a países aliados como Cuba, Bolivia y Nicaragua.

 

EL ESPIRITU DE CHÁVEZ

Transcurrida una semana de la muerte del mandatario, Capriles ha vuelto a endurecer su verbo, adoptando un estilo confrontacional hacia Maduro, de 50 años, que le ha respondido con el mismo tono, tildándolo de “miserable” y “perdedor”.

“¿Será Nicolás que esos cursos de actuación que recibiste en Cuba ya los estás poniendo en práctica? ¿Serán sinceras esas lágrimas?”, se preguntó el abogado el domingo tras jurar a la oposición y al propio oficialismo que no los dejará en manos de “Maduro y su combo”.

Pero el torrente emocional que ha desatado la muerte de Chávez podría convertirse en un muro difícil de penetrar.

“Esta elección no va a ser sobre Capriles contra Maduro. Será Capriles contra el fantasma de Chávez”, dijo un diplomático occidental en Caracas.

“¿Cómo podrían ir los seguidores de Chávez contra su última voluntad? Virtualmente, sus últimas palabras en público fueron ‘votad por Maduro'”, agregó.

Capriles dio el domingo un discurso de unidad en torno a la heterogénea coalición opositora, llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que tras las elecciones de octubre y la derrota de las regionales de diciembre comenzó a mostrar fisuras sobre cómo enfrentarse a la crisis por la enfermedad de Chávez.

Para tratar de acortar la brecha que lo dejó detrás de Chávez en octubre, Capriles posiblemente esperará que la atención de los venezolanos gire de las emociones que ha despertado la muerte del mandatario a los problemas del día a día en el país.

Estos van desde altas tasas de homicidios, una galopante inflación, cortes de electricidad, un déficit de viviendas y corrupción en todos los niveles de Gobierno.

Asesorado en el pasado por estrategas brasileños, Capriles podría volver a centrar su campaña electoral en estos problemas resaltando la desconfianza de muchos oficialistas sobre el sucesor de Chávez.

Chávez triunfó sobre Capriles el año pasado con su pintoresca personalidad y los constantes recordatorios de sus populares “misiones” que ofrecen desde clínicas atendidas por médicos cubanos hasta centros de abastecimiento baratos.

Aunque la figura del mandatario será la verdadera protagonista de la contienda, un Maduro que hará campaña desde el palacio de Miraflores ya comenzó a ahondar en temas que habían sido tabú para Chávez: la inseguridad, que los venezolanos colocan a la cabecera de sus preocupaciones, y la rampante corrupción.

Pese a que Capriles ha cultivado una imagen de hombre de calle, su procedencia de una familia acaudalada ya volvió a ser el blanco de las críticas de sus adversarios.

Maduro le colocó el mote de “príncipe de los dos apellidos”.

Pese a que se describe a sí mismo como un progresista, el gobernador pertenece al conservador partido Primero Justicia, que ayudó a fundar en el año 2000.

Sus críticos dicen que realmente es un político de “ultraderecha” en manos de la tradicional élite venezolana proestadounidense.

(Editado por Silene Ramírez)