El papa argentino Francisco deberá convivir en el Vaticano con el Papa emérito Benedicto XVI, quien no participó el miércoles en la elección de su sucesor y fue su gran rival hace ocho años en el cónclave que lo escogió tras la muerte de Juan Pablo II.
Entre las primeras palabras pronunciadas por el pontífice latinoamericano, el argentino Jorge Mario Bergoglio, desde el balcón de San Pedro, pidió que rezaran por su predecesor, quien reside desde el 28 de febrero en Castelgandolfo, a las afueras de Roma.
A los 76 años, el papa Francisco sucede a Benedicto XVI, quien renunció inesperadamente al cargo alegando “falta de fuerzas”.
Será de todos modos una relación compleja. Varios vaticanistas revelaron que en 2005, el entonces cardenal Bergoglio, con un gesto claro pidió en el cónclave a los otros purpurados que se abstuvieran de elegirlo.
Si bien los cardenales juran mantener el secreto de todo lo que ocurre en la Capilla Sixtina, hace ocho años se filtró a la prensa que el cardenal argentino quedó segundo en las votaciones, detrás de quien se convirtió en Benedicto XVI.
Varios expertos inclusive sospechaban que el premiado filme del italiano Nanni Moretti se había inspirado en esa anécdota, para describir el terror que invade al elegido cuando tiene que asumir el papado.
Ahora, después de la entronización en San Pedro del jesuita suramericano Francisco el próximo 19 de marzo, en la que el Vaticano precisó que no participará el papa emérito, muchos se interrogan sobre cómo será esa relación.
El pontífice que renunció “no participará en la misa de entronización del nuevo papa”, adelantó claramente este miércoles el portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi.
Antes de dejar definitivamente el Vaticano, Benedicto XVI designó a Bergoglio miembro de la Pontificia Comisión para América Latina, un cargo clave para la iglesia de la región.
El nuevo Papa formaba parte también del Pontificio Consejo para la Familia y de la congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
El papa emérito que siguió “con mucha atención y cercanía espiritual” todos los eventos y vio por televisión la misa ‘Pro eligendo pontifice’ y en la tarde la entrada de los cardenales al cónclave, dedica buena parte de la jornada a la oración, según explicó el vocero de la Santa Sede.
Benedicto XVI se trasladó a su residencia provisional en Castelgandolfo con un pequeño grupo de asistentes, entre ellos su secretario privado, el obispo Georg Gänswein.
El religioso, que asistió el martes a la ceremonia de inauguración del cónclave a la entrada de la Capilla Sixtina, será seguramente el vínculo entre esos dos papas.
El hombre de confianza durante los ocho años de pontificado de Benedicto XVI es prefecto de la Casa Pontificia, la oficina que organiza la agenda papal, fija las audiencias solemnes y privadas, dispone las ceremonias pontificias -excepto la parte estrictamente litúrgica- y coordina los preparativos de sus viajes.
Si bien casi todos los expertos recalcan que su papel como enlace entre los dos pontífices será provisional, es la primera vez en la historia reciente de la Iglesia que el secretario papal deberá servir a la vez a dos papas.
El papa emérito Benedicto XVI se trasladará en unos dos meses a un convento del Vaticano que está en vías de reformas y podrá encontrarse en numerosas ocasiones con su sucesor en sus apacibles jardines.
Se tratará de la primera vez en la historia que dos papas convivan dentro de las murallas del Vaticano, los dos vestidos de blanco y con el título de “Su Santidad”.
La decisión de Benedicto XVI de abandonar el pontificado abrió el camino también a su sucesor para que llegado el caso renuncie.
“De hecho, Benedicto XVI marcó el camino” , sostiene Bruno Bartoloni, autor de varios libros sobre el tema, quien ha seguido a seis pontífices.
“Los futuros papas podrán renunciar con más facilidad”, sostiene Robert Sirico, director del centro de investigaciones Action Institut, en Estados Unidos, una posibilidad que transformará para siempre el rol vitalicio del jefe de la Iglesia católica.
AFP