Las visitas del presidente Barack Obama al Congreso esta semana, sin precedentes en los cuatro años que lleva en el poder, todavía no rinden frutos, y demócratas y republicanos siguen enfrascados en una pulseada fiscal que se acerca a un momento crucial.
AFP
El presidente estadounidense, quien realizó tres visitas al Congreso en tres días, ofreció una rama de olivos a los representantes acercándose al Capitolio.
La oposición republicana, mayoría en la Cámara de Representantes, y los demócratas, que controlan el Senado, todavía no logran llegar a un acuerdo sobre cómo reducir el déficit fiscal.
Tras el estancamiento de las negociaciones, a principios de marzo entró en vigor una serie de recortes automáticos del gasto, que comienzan poco a poco a notarse en los servicios públicos, pero que a partir del 27 de marzo implicarán el cierre de sectores no esenciales.
Los desplazamientos de Obama por la avenida Pennsylvania, que une la Casa Blanca y el Capitolio, contrastan con los viajes por Estados Unidos de las semanas anteriores, que recordaban la campaña electoral de 2012, en la cual Obama resultó victorioso.
Aunque la estrategia ha cambiado, las intenciones del presidente siguen siendo las mismas: una reducción del déficit de forma equilibrada, controlando el gasto pero también subiendo los impuestos a los estadounidenses más ricos.
Por su parte, los republicanos, denuncian una falta de equilibrio en el presupuesto, que no proyecta una reducción del déficit en un plazo de 10 años, como planteaban ellos en su propuesta, que fue votada esta semana en la cámara baja.
Boehner pide decisiones “difíciles” a Obama
Obama declaró que no quiere “lograr un presupuesto equilibrado a cualquier precio”.
“Mi objetivo no es buscar un presupuesto equilibrado con el solo objetivo de tener un equilibrio. Mi objetivo es encontrar una forma de hacer crecer la economía, devolver la gente al trabajo. Haciendo eso aumentaremos los ingresos fiscales”, dijo el mandatario en una entrevista concedida a la cadena ABC el martes.
Por su parte, el presidente de la Cámara, John Boehner, afirmó el jueves al diario The Washington Post que “el problema en gran medida es que los demócratas se niegan a tomar decisiones difíciles para resolver la crisis de la deuda”, en referencia al recorte del gasto social.
Esta estrategia de Obama en el Congreso, luego de haber sido criticado por algunos sectores que consideraron que no tenía suficiente disposición para negociar con los representantes, también incluye proyectar una mejor imagen hacia la opinión pública, destacó Kareem Crayton, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad de Carolina del Norte.
Según la encuesta de Gallup, la confianza en Obama ha caído ocho puntos desde que asumiera su segundo periodo a finales de febrero, incluso aunque la aprobación a su gestion supera al porcentaje de desaprobación.
La popularidad de Obama parece haber caído especialmente con los recortes presupuestarios, de los cuales el presidente intentó responsabilizar en exclusiva a los republicanos.
“Las formas tienen bastante resultado en Washington. La única forma de cambiar el cómo se escribe la Historia es mostrar que se hacen esfuerzos” para acercarse a los adversarios, explicó Crayton a la AFP.
“Mientras más vea la gente que el presidente se esfuerza para tender la mano, más grande será la presión para que el Congreso ceda”, dijo. Pero “todavía no sabemos si será eficaz”, concluyó.