“El presente momento electoral es de bifurcación, y uno de los posibles caminos es que resulte ganador Nicolás Maduro, lo que supondr??a intentar la continuación de esta línea de profundización del socialismo del siglo XXI, pues es lo que el Gobierno nacional ha venido haciendo. Pero ¿Cómo pueden darle viabilidad a un modelo que ya está demostrando agotamiento?”, se preguntó el economista Roberto Casanova, durante una entrevista con EL IMPULSO.
Efraín Jaimes/Fotos: Simón Alberto Orellana
El también escritor, considera que la única forma en la que este régimen puede proyectar aún más su modelo socialista, es entrar en una ola de represión social, política, y de control económico. “Hoy en día las protestas sociales son numerosas y cotidianas.
En la medida que se agraven los problemas, las mismas se incrementarán, y el Gobierno nacional tendrá que reprimir, aunque ya lo ha hecho, pues se han visto señales represivas. Algún día, estas manifestaciones pueden coincidir y constituir una explosión social. Este es un escenario que, aunque no se desea, es necesario planteárselo, ya que los problemas están ahí. La gente está cansada y angustiada y no se visualiza una salida”, expresó.
El experto opina que de ganar Maduro, se extenderá la tendencia de neocomunismo y clientelismo, y habrá grandes problemas en materia social. También se profundizará el proceso de control económico, por lo cual nuevas expropiaciones vendrán en camino. “Una de las características de este modelo, es que los problemas que se derivan de sus propias políticas, nunca son su responsabilidad y siempre se las arreglan para responsabilizar a un tercero.
Así, por ejemplo, en el caso de la inflación, el Gobierno no tiene nada que ver con ella, ni el Banco Central de Venezuela. Para ellos, la emisión irresponsable de moneda no explica la inflación, su única causa es la especulación, es decir, el comportamiento especulativo de los empresarios. Esto nos lleva a pensar que, por algún extraño sortilegio, todos los especuladores y acaparadores del planeta se concentran en Venezuela, pero resulta que este es el país con la mayor inflación del mundo. Entonces todos los personajes indeseables de otras naciones han venido a Venezuela a aumentar la inflación”, puntualizó Casanova.
Mayor conflicto clasista
El catedrático expresó que las acusaciones de acaparamiento no se entienden, pues acaparar implica dejar de vender, y “¿cómo puede funcionar un sector empresarial si no vende?”, agregó Casanova, recordando que el oficialismo siempre busca una forma de culpar a otros. En este sentido, una de las situaciones más graves que puede suceder es que el conflicto clasista, el cual hasta ahora sigue incorporado en el discurso chavista, también se materialice en acciones.
“El Gobierno nacional amenaza constantemente y en un momento de tanta crispación, de las palabras a los hechos hay poco trecho, por lo que en el corto plazo podrían verse episodios de enfrentamiento al interior de las empresas. Esta es una situación muy difícil que no vivió Chávez, ya que el desaparecido mandatario tuvo la fortuna de poder gobernar con abundancia de recursos en la creación del socialismo del siglo de XXI, lo cual hacía innecesario inyectarle a sus estrategias mayor agresividad”.
Igualmente, Casanova recordó que el modelo ha alcanzado sus límites, por lo que ahora le corresponderá a Nicolás Maduro estar al frente de una situación muy compleja. “Me atrevo a asegurar que Maduro no calza para nada los puntos, y ya lo viene demostrando de manera muy clara, pues maneja un pensamiento que oscila entre manual marxista y frases de Sai Baba, y con eso trata de elaborar un discurso político, pero sin el liderazgo de Chávez. En definitiva, Maduro es un personaje muy difícil de imaginar al frente de la actual situación”, expresó Casanova.
Destacó que a la dirigencia chavista se le presenta un dilema trágico, ya que si por una parte desiste de implementar su socialismo del siglo XXI, perdería aliados imprescindibles, entre ellos, el ala más radical de la revolución y se generarían conflictos internos, lo cual implicaría divisiones. “Tal escenario no le conviene al chavismo. Pero por otro lado, si persisten en su modelo, tendrán que enfrentar grandes problemas sociales y también perderían legitimidad como régimen”, enfatizó.
Otro escenario
El especialista en materia económica también explicó cómo sería el otro posible escenario, en el que resultaría victorioso Henrique Capriles. “No es un escenario fácil, pero el proyecto de Capriles corresponde a los sectores democráticos del país, que conoce la importancia de la función empresarial en la generación de riqueza”, resaltó, aclarando que la función empresarial no se refiere únicamente a los empresarios, sino a cualquier persona que esté dispuesta a identificar oportunidades de mercado, creando bienes y servicios para proveerlos y satisfacer necesidades, obteniendo beneficios en el camino. “Puede ser desde un buhonero, de los que tanto abundan en nuestras calles, hasta cualquier empresa formal. Porque donde se genera riqueza es donde las personas se abocan permanente a la creación de productos y servicios.
El proyecto de gobierno de Capriles asume que mediante la función empresarial es que se puede generar riqueza, y busca, por lo tanto, incorporar al mayor número posible de personas a este proceso, dándoles, además, las competencias para lograrlo y facilidades de toda naturaleza.
Sin embargo, al mismo tiempo, reconoce la importancia del Estado no como un simple accesorio”, dijo, explicando que la idea de que el mercado y el Estado están reñidos es un viejo paradigma que ya debería haberse superado, puesto que es imposible que exista un buen mercado generador de riquezas, si no hay un Estado eficiente que provea a la sociedad de ciertos bienes públicos que el mercado nunca generará.
La función del Estado, prosiguió, también es garantizar el derecho a la propiedad privada. En consecuencia, mercado y Estado están perfectamente articulados, en la propuesta de los sectores, lo cual se puede apreciar en los documentos de la Mesa de la Unidad Democrática.
Uno de los grandes mitos que el chavismo ha intentado perpetuar, es la idea de que los sectores democráticos no cuentan con una visión. “Esto es totalmente falso. Otra cosa es que no haya sido mercadeada usando los recursos del Estado, tal como ha hecho este régimen”, dijo.
Milagro económico
Casanova aclaró que si bien el proyecto del sector democrático tendría un camino cuesta arriba, va en la dirección correcta y sería sólo cuestión de tiempo para que la economía venezolana, que está maniatada por el Socialismo del Siglo XXI, pudiera retomar su ritmo de crecimiento, expansión y desarrollo.
“Las inversiones podrían entrar nuevamente a Venezuela si se logra crear un clima de mínima estabilidad en política económica”, dijo, mientras reiteraba su confianza en que Venezuela pueda vivir un milagro económico, debido a los recursos con los que cuenta el Estado y su potencial de inversión privada, con la cual sería posible encaminar al país en un rumbo que sorprendería a todos los venezolanos.
En este sentido, señaló que no sería la primera vez que una economía, retenida durante mucho tiempo, arranca con mucha fuerza una vez liberada.
Agregó que este milagro también lo vivirá Cuba, pues hay muchos inversionistas interesados en ese país, e invertirán tan pronto como se den las condiciones propicias. “Es algo que ocurrirá, porque Cuba está recibiendo parte de sus ingresos en divisas a través del turismo, lo que constituye una muestra del potencial que aún tiene esa economía, mientras que otra parte significativa de sus ingresos provienen de remesas de los cubanos que están en Estados Unidos. Es una paradoja del socialismo parasitario”, indicó.
Balance ponderado
El economista también destacó que debe hacerse un balance lo más ponderado posible entre lo bueno y lo malo, pero no sólo del chavismo, sino también de la llamada Cuarta República, “en la cual había problemas de corrupción y exclusión social, pero también hubo avances en materia educativa, de salud, así como la creación de la OPEP, la integración económica, el establecimiento de la caja de desarrollo industrial de Guyana, entre otras cosas que constituyen un balance importante”.
A su juicio, el discurso chavista niega todo los aspectos positivos de ese periodo, y sólo resalta los negativos, por lo que es profundamente parcial. “Un ejercicio similar debería hacerse con el chavismo y probablemente se obtendría una lista muy larga de problemas, algunos de ellos semejantes a los que se generaron durante la Cuarta República, pues además de la corrupción y el clientelismo, también se han destacado el sectarismo, la destrucción del sector privado venezolano, la militarización de la sociedad y el culto a la personalidad”, comentó, resaltando que no se pueden obviar los aspectos positivos como ha sido la preocupación por lo social.
“Las misiones, a pesar de sus grandes problemas de ineficiencia, así como su uso para fines sectarios, siguen siendo un concepto interesante, pues con ellas se buscaba poner el foco en sectores clave y trascender las barreras burocráticas, para lograr que ciertos servicios fueran prestados directamente a quienes más los requerían. Además, esta una idea que está inspirada en el propio sector empresarial, específicamente en el concepto de reingeniería de procesos”.
La politización de la sociedad, concluyó, también ha sido una consecuencia positiva del chavismo, por lo tanto, el balance entre los dos sectores es parte del reto que tenemos por delante.
Opción ante el desgaste del chavismo
Casanova reiteró que el modelo chavista ya está mostrando señales de desgaste, a la vez que con la muerte de Chávez se ha producido un punto de ruptura y, por ende, es necesario ir pensando en el próximo modelo político y económico. Pare esto, señaló, habría que sacar las mejores enseñanzas tanto del periodo anterior al chavismo, como de la propia era chavista, para tal fin, deberá tomarse en cuenta el aspecto social.
Aclaró, sin embargo, que la preocupación por los pobres, como se plantea en el chavismo, no les ha permitido desarrollar la capacidad para incorporarse a la dinámica de creación de riqueza, ya que los hizo más dependientes del Estado por medio de las misiones sociales, aunque paradójicamente se trata de programas, cuyo éxito está asociado a su desaparición. “Una misión sólo tiene sentido, mientras exista el problema que va a solucionar, pero una vez solventado, la misma ya no tiene razón de ser. Los buenos programas sociales son prescindibles, pero eso no se ha visto durante el gobierno chavista. Las misiones se han visto pervertidas por toda una dinámica clientelar, rentista y discriminadora”.
Consultado sobre un modelo aplicable en Venezuela, confesó sentirse muy influido por la economía social de mercado, la cual cobró forma en la Alemania de la posguerra, y que en cierta manera ha inspirado procesos de cambio del modelo social y económico en otros países. “En ella se trata de compatibilizar la lógica de mercado, como lógica de creación de riqueza, con los problemas sociales que deben ser atendidos. A este respecto, la única manera de generar riqueza sostenible es permitir que la capacidad creadora, emprendedora e innovadora de las personas, se pueda manifestar sin mayor restricción, es decir, se trata entonces de un modelo liberal en lo económico.
Se preocupa, además, por que las economías sean competitivas. Así, en la lógica de mercado se garantiza que los productores compitan entre ellos para asegurar la satisfacción de las necesidades que demandan las personas. Asimismo, posee políticas muy claras para controlar el monopolio y la concentración del poder económico.
En cuanto a lo social, en este modelo no se sostiene la idea de que el mercado y lo social están reñidos. Más bien, se contempla que aquellas personas, que por diversas razones, están rezagadas, pueden insertarse al mercado, mediante la educación y empleos de calidad”, explicó el economista.