Desde tiempos de la colonia el pueblo venezolano le hace promesas a la venerada imagen del Nazareno de San Pablo en la Basílica de Santa Teresa, a cambio de sus favores recibidos, y muchas son las personas que visten de morado en honor al color del traje que lleva la figura del santo, la cual es decorada por los fieles con centenares de orquídeas donadas por la feligresía, reseña La Región de Miranda.
Esta tradición es muy bien conocida por los comerciantes, quienes a pocos días de la llegada de la Semana Santa, ya comienzan a exhibir las túnicas moradas con cordones dorados, las cuales son confeccionadas pensando desde el más pequeño de la casa, pasando por los adolescentes, hasta llegar a los adultos.
En vista de ser un tiempo de reflexión, los vendedores buscan ofrecer precios económicos, como la encargada de un puesto ubicado en las inmediaciones de la calle Miquilén en la capital mirandina, quien señaló que a propósito de “no golpear más el bolsillo del tequeño, las estamos ofreciendo entre 120 y 150 bolívares fuertes para los niños, y entre Bs.F. 180 y 200 para los adultos, números que varían dependiendo de la talla y la tela utilizada”.
-Los precios no han variado significativamente con respecto al año pasado y por ahora creo que soy la única en el casco central de la ciudad que ya está exhibiendo las túnicas. En estos días la gente comienza a comparar precios, pero la compra efectiva se realiza justo antes de arrancar los días santos, sobretodo cuando comiencen las procesiones y todos los rituales característicos de esta fecha.
Tradición que no muere
Esta tradición comenzó con una terrible epidemia de viruela que ocasionó un gran número de muertos. Los pobladores de la ciudad rogaban a San Pablo El Ermitaño que intercediera por ellos y como agradecimiento al santo por haber escuchado sus oraciones, el Concejo Municipal ordenó la construcción de una capilla en su honor donde celebrar su fiesta el 15 de enero de 1580.
El Miércoles Santo después de ser ataviada con orquídeas, la talla de madera del Nazareno de San Pablo; que se cree fue hecha en pino de Flandes y de origen Sevillano, quizás por las manos de Felipe Ribas del siglo XVII; será venerada por feligreses fervientes completamente vestidos de morado y quienes cada año pagan sus promesas al Nazareno. Esta obra de arte consagrada el 4 de julio de 1674, por Fray González de Acuña, se puede decir es la imagen del perdón más venerada en Venezuela, pues miles de devotos acuden a contemplarla y pagar sus promesas, unos a pie, otros de rodillas y hasta descalzos.