Pareciera que nuestra vocación del voto democrático en vez de rendirse ante fracasos reiterados, no hace sino fortalecerse como el bambú que en vano trata de rendir el viento. Iremos, pues, una vez más a votar. No se crean que no conozcamos de viles trampas y zancadillas cocinadas tiempo atrás en Cuba y por el comunismo internacional, y ejecutado por un tribunal supremo de in-justicias o por un CNE inmoral y rendido; no se crean ustedes que somos tontos o brutos de la cabeza. Sólo que nuestro temple democrático, el nervio, vigor, fibra, aguante o como diría un pitiyanki, la “stamina”, está todavía presente y vibra en más de seis millones de venezolanos, el 44.3%.
Pero lo cortés no quita lo valiente. Henrique, nuestro candidato, tiene que hablar claro, sin edulcorantes, con temperamento tranquilo pero firme y contundente, sin ofensas pero con la verdad, decir que este “mar de la felicidad” que creen vivir los ignorados de siempre, no durará mucho porque el país está tan quebrado como se resquebrajan sus casas de bahareque revolucionario, porque debemos hasta el modo de caminar por virtud del derroche, del regalo de las riquezas de todos a países dirigidos por chulos de burdel barato, por la destrucción de las industrias básicas, por el machacamiento de la población, especialmente de los pobres en manos de la criminalidad desatada; por la mentira y la traición continuadas aun con quien fuera su mentor y jefe máximo, utilizada su figura con bajos fines hasta el hartazgo. No ya cabe el temor o el miedo, nuestros dirigentes y especialmente HCR deben ir de frente con la verdad y sin miedo, estoy seguro que muchos del país democrático que por fortuna aún tenemos, acompañarán esta gesta con decisión, con la frente en alto y sin ánimo de rendimiento.