“Juro por el Dios de mis padres, juro por mi patria, juro por mi honor que no daré tranquilidad a mi alma ni descanso a mi brazo hasta no ver rotas las cadenas que oprimen a mi pueblo por voluntad de los poderosos. Elección popular, tierras y hombres libres, horror a la oligarquía”. Este fue según cuentan sus protagonistas, el juramento que el 17 de diciembre de 1982 hicieran los para entonces capitanes Hugo Chávez Frías, Felipe Acosta Carles, Jesús Urdaneta Hernández y el teniente Raúl Isaías Baduel, bajo la sombra de aquel famoso Saman , al que se le calculaba aproximadamente más de 1100 años de vida, hasta aquel Septiembre del año 2000, cuando la lluvia se llevó lo que quedaba de las raíces de aquel Monumento Nacional, declarado así en el año 1933 por Juan Vicente Gómez.
Este juramento dio nacimiento al movimiento que en principio se denominó Ejército Bolivariano Revolucionario 2000 (EBR-2000), convirtiéndose luego en el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR 200) y que según contò uno de sus protagonistas, Isaías Baduel, dicho movimiento “quería afianzar en el seno de la institución militar la conciencia cívica y democrática, hacer sinergia con otros sectores de la sociedad y lograr ese anhelo de democracia sólida y profunda y tener un país donde entre otras cosas del bienestar ciudadano, prevaleciera la paz, la Unión, la prosperidad, la decencia, la honestidad y el amor al prójimo”.
Hoy, el Saman de Güere ya no existe. Aquellos torrenciales aguaceros acabaron con sus muy viejas raíces. Con el, se llevó los buenos propósitos que aquel cuarteto juró a sus pies, quizá evitando ser testigo de como aquellas palabras que un día pronunciaría el Libertador Simón Bolívar en el Monte Sacro, se convirtieran en boca de éstos, en todo lo contrario al significado que le quiso dar el Padre de La Patria. La opresión y persecución, la estrangulación y violación de los derechos humanos, el constante discurso discriminatorio y de instigación al odio entre hermanos que ha dividido a nuestra querida Venezuela en dos toletes, las denuncias que sobre corrupción, reposan en las instituciones al servicio del poder, las miles y miles de personas que han muerto en manos del hampa ante la impunidad e incapacidad de un gobierno que al parecer lo que más le ha preocupado es expandir sus tentáculos fuera de nuestras fronteras y hacer proselitismo político, la quiebra de empresas, las confiscaciones de tierras productivas y la amenaza constante al productor, el despilfarro de nuestras riquezas petroleras y mineras, la devaluación de nuestra moneda son, entre otros males, la antítesis del país unido, próspero y decente, garante de todos los derechos por igual para todas las personas, en fin, de un pais de hombres y mujeres libres y sin miedo.
De los protagonistas de este juramento sobreviven hoy el General Baduel, quien se encuentra preso en la cárcel militar en Ramo Verde, la misma en donde días pasados trasladaron a Iván Simonovis, pagando una condena de 7 años y 11 meses de prision por supuesta sustracción de fondos de la Fuerza Armada Nacional, abuso de autoridad y delito contra el decoro militar y el General Jesús Urdaneta quien se separó del proyecto y se convirtió en opositor y crítico del gobierno como muchos otros que en su momento acompañaron al movimiento y que se han ido separando del tronco como un día se separaron las hojas y ramas del Saman, cuando ya no consiguieron alimento. Los supuestos propósitos de aquel 17 de Diciembre, fueron desviados, y sustituídos por el despotismo, el odio y la discriminacion. Ahora bien, no me cabe ninguna duda de que “el Socialismo del Siglo XXI” tiene un tronco, el partido de gobierno PSUV, cuyos integrantes y seguidores actúan y funcionan como un pelotón. A pesar de ser muy joven , ha perdido su principal raíz, la que los alimentaba con su savia. La historia nos dirá si sabrán sobrevivir a esta pérdida. Hasta ahora el tronco se está apoyando en horquetas y sus ramas lejos de tratar de reconciliar a los venezolanos, siguen atizando el odio, la división y la represión. “Árbol que crece torcido, jamás su rama endereza”, reza un refrán. Personalmente no creo que puedan resguardarse mucho tiempo bajo la sombra de quien ya no está.
@Tamara_Suju