De arroz negro, la tradicional valenciana o hasta con salchicha china, cualquier receta era buena para participar hoy en el concurso de paellas organizado en el restaurante neoyorquino Jimmy’s No.43 para recaudar fondos por la lucha contra el hambre en esta ciudad.
“Es bastante poético porque la paella era un plato de la depresión en España, de lo poco que abundaba era el arroz así que utilizabas lo que tuvieras en la cocina para hacer un plato con el que dar de comer a toda la familia”, explicó la organizadora del evento, Jessica García-Agulló.
Hija de español y estadounidense, García-Agulló es propietaria de la empresa Iberian Beer United, dedicada a la importación a Estados Unidos de cervezas artesanas españolas, que acompañaron hoy a las seis diferentes paellas que pudieron degustar los comensales en este restaurante del East Village.
En el concurso participaron cocineros profesionales, pero también aficionados a este tradicional plato español como el neoyorquino Josh Hanson, que se llevó el segundo premio del certamen con su “Paella asiática-cajún”, en la que utilizó ingredientes tan poco comunes como la salchicha china.
Hanson compartió el galardón, que no podía ser otro más que una paellera, con la cocinera y “estilista culinaria” Louise Leonard, que se decantó por un arroz negro aprendido durante sus años viviendo en España al que le puso un toque personal: una vinagreta de almendras y ajo.
Algo más convencional fue la paella ganadora, de pollo, chorizo, caracoles y pimiento del piquillo, que corrió a cargo del chef neoyorquino Nick Suarez, quien hace tres meses fundó una compañía de cáterin en Brooklyn dedicada a cocinar paellas a domicilio, “Backyard”.
“La paella es mi plato favorito sobre la tierra, me enamoré desde el primer bocado cuando visité Barcelona”, declaró a Efe Suarez, quien aseguró que, si bien en España “hay muchas reglas sobre cómo hacer” este plato típicamente valenciano, él prefiere crear “recetas menos convencionales”.
En el último lugar quedó la paella al estilo tradicional valenciano que aprendió de su madrina el cocinero catalán Jaume Guerra, quien trabaja para Despaña, una boutique de productos “gourmet” de la gastronomía española en el barrio neoyorquino del Soho.
Todo lo recaudado con las entradas pagadas por los comensales y por la rifa organizada durante el evento fue a parar a la Coalición Contra el Hambre de Nueva York, que busca “dar voz al millón y medio de neoyorquinos que vive en casas donde no hay dinero suficiente para comer”, declaró su director ejecutivo, Joel Berg.
“Hoy día en Nueva York hay niños que van a los basureros a buscar su desayuno, hay pacientes de cáncer que tienen que elegir entre el tratamiento y comer, y esto pasa en una ciudad en la que hay cuarenta mil millonarios con una fortuna que supera los 230.000 millones de dólares”, recordó. EFE