Me he opuesto a las ideas y al estilo de Hugo Chávez desde mi época universitaria, cuando días antes del 4 de febrero varios amigos dirigentes de la izquierda radical me invitaron a participar. Los argumentos que esbozaba entonces siguen básicamente intactos; el militarismo combinado con la idea marxista de la lucha de clases y la noción de que todo lo existente obedece a una legislación burguesa que debe ser sustituido por unas leyes revolucionarias, son planteamientosque desde el poder se convierten en herramientas del odio, división social entre hermanos y confrontación. Cuando me opuse y opongo a ese pensamiento, desde la perspectiva de un hombre con formación de izquierda, ya que milité en el MAS hasta el día que hizo a Hugo Chávez su candidato, lo hago porque ese derrotero únicamente conduce al atraso, a minimizar al individuo frente al Estado, conducido por unos burócratas iluminados e insaciables de poder y porque finalmente termina siendo un pensamiento conservador y heredero de los más grandes atropellos contra la vida y el bienestar del hombre.
Les narro esa pequeña parte de mi historia, que estoy seguro es similar a la de muchos que leen estas líneas, porque siempre se puede estar peor, siempre se puede caer más bajo y en el desarrollo de las sociedades no existe algo llamado “el fondo”. Cuando los países creen que han pasado todas las penurias pueden cometer errores políticos y/o económicos que los llevan a un nivel más profundo en términos de pérdida de bienestar.
La coyuntura del 14 de abril se presenta como uno de los episodios más delicados de la historia contemporánea, ya que estamos a las puertas de entregar nuestra soberanía y nuestro bienestar a un modelo similar al cubano que resume todo lo que no debe hacerse en materia de políticas públicas, libertades individuales y desarrollo de las potencialidades del ser humano. Con el presidente Chávez, los Castro tenían influencia y disfrutaban de nuestro petróleo. Con Maduro, todo indica que, además de lo anterior, tienen total poder y control institucional de la república. Es irracional el sometimiento ideológico de Nicolás Maduro a las ideas anacrónicas de Fidel y Raúl. Esto sólo se logra entender a la luz de que todo lo que tiene Maduro se lo debe a estos personajes.
El viernes, Nicolás se atrevió a cantar en cadena nacional el himno de Cuba. En toda mi vida nunca he visto a ningún presidente realizar un acto de tanta torpeza y de tan demostrado entreguismo ante otra nación. Ese tipo de conducta suele ocurrir cuando un país es invadido por la fuerza y las autoridades que coloca el gobierno invasor se ven obligadas a actuar de forma servil y abyecta.
La contienda electoral en la que inicialmente parecía que Capriles no tenía ninguna posibilidad ante el poder del Estado y el manejo del mito, ha ido tomando un giro inusitado. Recientemente, tuve acceso a un estudio de opinión donde se expresaba que cerca de un tercio del electorado de Chávez se siente muy poco representado con Maduro. Una vez concluido los extendidos funerales, el pueblo chavista se ha topado con un país que lo atropella con inflación, escasez, una devaluación que lo ha empobrecido en 50% y con un presidente encargado que no tiene el carisma, la honestidad intelectual y el liderazgo para manejar esta compleja situación. Maduro se ha convertido en el representante de los más oscuros intereses y en el promotor de políticas conservadoras que atacan directamente el bolsillo y el estilo de vida de los venezolanos.
Los ataques desde el poder a los que pensamos diferentes, acusándonos de no ser venezolanos, de ser agentes del imperio gringo y representantes de la oligarquía se desploman cuando se revisan las penosas condiciones en las que le vendemos nuestro petróleo al imperio chino, muy por debajo de su costo real y recibiendo en contraprestación electrodomésticos, casas, asistencia técnica, etc. Igual ocurre con la asimétrica relación con los brasileros o los argentinos, nosotros únicamente ponemos petróleo barato y ellos fortalecen su aparato productivo colocando sus productos en nuestra economía, en detrimento del empresario criollo. Todos los intelectuales de la revolución que siguen teniendo en Eduardo Galeano su libro de cabecera, que me expliquen cuál es la diferencia entre lo que él describió y la política comercial de Venezuela actual. Vendemos materia prima y compramos productos terminados.
Votar y hacer campaña por @hcapriles es un acto de profundo patriotismo. Los ideales de Bolívar no están encarnados en la constitución de la República de Cuba ni son los ideales del Che. Capriles representa la izquierda moderna y progresista y afortunadamente cada día que pasa la mayoría del país se convence de ello. No es una lucha fácil pero tampoco imposible y el colapso de este modelo comprobadamente fracasado nos debería ayudar a dar un giro definitivo hacia el bienestar y la paz de nuestro país.
Carlos Valero
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