En los últimos años en nuestro medio político la mayoría de los dirigentes revolucionarios han sido madurados artificialmente. Así, uno de ellos logró que la cárcel hiciera las veces del carburo. Otro logró la maduración artificial mediante el matrimonio, un braguetazo como dirían los españoles. La mayoría lo lograron por la adulancia. En el caso de Maduro la sumisión a los hermanos Castro hizo el papel del carburo. No utilizan la práctica de colocarse a la par de alguien maduro porque en la revolución hay seniles como cierto monje y como el general reencauchado, pero no hay gente sensata que pueda orientar a los fanáticos rojos.
Conste que la madurez no es asunto de grados académicos. En Venezuela hemos tenido presidentes graduados en universidades que fracasaron y hemos tenido un autodidacta como Betancourt que resultó ser un estadista. Lo más grave no es que Maduro sea inepto, sino que intenta disimular su incapacidad apelando a insultos, amenazas, mentiras y abusos de poder. Sus insultos lo descalifican. Sus mentiras confunden a los suyos. Sus amenazas nos dan risa. Sus abusos producen rechazo. Entendemos que para la mayoría no es fácil percibir las limitaciones propias. Como reza el dicho la culpa no la tiene el ciego, sino quien le dio el garrote, pero por su propio bien Maduro debería declinar y empezar a prepararse si quiere tener futuro.
Por su parte Capriles maduró cumpliendo con los requisitos de tiempo y de experiencia administrativa ganada como Alcalde y Gobernador. Es inaceptable que unos pocos escribidores de cuartillas, opositores duros del teclado, intenten descalificarlo con señalamientos sin ninguna base. Estas prédicas perversas solo favorecen al régimen. Curiosamente quienes lo descalifican son ciudadanos ya entrados en años que podrían defender sus puntos de vista sin necesidad de calumniar. Capriles está maduro para ser presidente y ello depende de nuestro voto. Maduro ni con carburo termina de madurar.
Como en botica: Toda nuestra solidaridad con Víctor Manuel García, un nuevo preso político del régimen, actualmente detenido arbitrariamente en Yare. Otro abuso fue la detención de la señora Lourdes Ortega por criticar al régimen en redes sociales. Inaudita la decisión de Sunavi de proteger a una inquilina y enviar a un refugio a la propietaria del apartamento. Cada día está más en peligro la propiedad privada. En Venezuela contamos con excelentes siquiatras, pero Jorge Rodríguez y Edmundo Chirinos son un descrédito para la profesión. ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!