Si bien le rechina legalizar el matrimonio homosexual a nivel nacional, la Suprema Corte estadounidense se mostró dispuesta a derogar este miércoles la llamada Ley Federal de Defensa del Matrimonio (DOMA) que estipula que esta unión es reservada para un hombre y una mujer.
Durante los dos días que duró un histórico debate, la Corte Suprema analizó dos demandas sobre matrimonio homosexual, pero parecía descartar una revolución en el país.
En el primer caso analizado el martes, se prevé que los nueve jueces de la alta Corte se limiten a fallar sobre California, cuya constitución prohíbe el matrimonio homosexual.
En el segundo caso, estudiado el miércoles, cinco de nueve jueces parecían dispuestos a derogar la ley de 1996 que impide a los homosexuales legalmente casados en nueve de los 50 estados del país beneficiarse de los derechos federales previstos para las parejas heterosexuales casadas.
Durante la audiencia, la jueza progresista Ruth Ginsburg, de 80 años, estimó que esta ley creaba dos tipos de matrimonios: los “matrimonios enteros” y los “matrimonios de leche descremada”.
Para su par Elena Kagan, nombrada por el presidente Barack Obama, la ley está “infestada de animosidad, miedo y odio” hacia los homosexuales.
El juez conservador Anthony Kennedy, al que se dirigen todas las miradas, puesto que vota tanto a izquierda como a derecha y puede ser la persona que rompa el equilibrio entre los 9 jueces, parecía dispuesto a derogar la ley, afirmándose “preocupado” por la ofensa a los derechos de los estados que implica.
A pesar de que la mayoría de los estadounidenses apoya el matrimonio entre homosexuales, la sección 3 de la DOMA estipula que “el matrimonio significa únicamente la unión legal entre un hombre y una mujer, y que el término de esposo sólo se aplica a una persona de sexo opuesto, que tiene un marido o una esposa”.
Edie Windsor conoce esta definición de memoria. Esta viuda homosexual de 83 años, que ha llevado el caso ante la Corte Suprema, vio cómo le reclamaban 363.000 dólares en derechos de sucesión cuando murió su esposa, con la que se casó legalmente. La DOMA no le reconoce las mismas políticas fiscales que a las parejas heterosexuales.
“Pienso que todo salió maravillosamente bien”, contó Windsor una vez finalizada la audiencia ante micrófonos y una muchedumbre que coreaba su nombre.
Cuando anuncie su decisión a finales de junio, la Corte -con mayoría conservadora- deberá dictar si esta prohibición viola el principio de igualdad que defiende la Constitución.
“Igualdad”
Centenares de militantes mayoritariamente favorables a la causa homosexual se reunieron martes y miércoles frente a las escaleras del imponente edificio que alberga la máxima instancia jurídica del país.
“Igualdad a través de Estados Unidos”, se podía leer en una gran pancarta azul sostenida por una treintena de personas en frente al edificio. “¿Qué queremos nosotros?”, preguntaba un orador. “Igualdad”, respondía la muchedumbre.
“Merecemos los mil y un derechos y responsabilidades que Estados Unidos vincula al matrimonio”, se queja Fay Jacobs, periodista retirada de 64 años, quien se casó en Canadá hace diez con Bonnie Quesinberoy, auxiliar de laboratorio de 63 años.
“Se trata pura y simplemente de discriminación”, aseguró a la AFP la abogada de Windsor, James Esseks. “Tratar de forma distinta a dos parejas casadas no tiene ningún sentido en Estados Unidos. Es injusto, antiestadounidense y debe ser anticonstitucional” también.
Obama quiere la abrogación
Obama ha manifestado su apoyo a la legalización a nivel federal del matrimonio homosexual, lo mismo que muchas personas conocidas del ámbito de la política, la economía, el espectáculo y el deporte.
En una situación inédita tras haber defendido ante la justicia esta ley, el gobierno de Obama reclama la abrogación de la sección 3 de la DOMA. El expresidente demócrata Bill Clinton (1992-2000), que promulgó dicha legislación, también lo ha pedido, al igual que su esposa, la exsecretaria de Estado Hillary Clinton.
Sólo un grupo de republicanos de la Cámara de Representantes defenderá la DOMA (conocidos como BLAG), exponiendo argumentos basados en la opinión de la iglesia y organizaciones conservadoras, y defenderá la sección 3.
Paul Clement, abogado del BLAG, sugiere que los homosexuales no son un colectivo discriminado, sino que forman “uno de los grupos más influyentes, mejor conectados y mejor organizados de la política moderna”. AFP