El protagonismo sobrevenido de Nicolás Maduro a la primera fila de la política venezolana y latinoamericana se ha dado envuelto en manipulaciones, mentiras, medias verdades y contradicciones que han derivado en lo que vemos en esta campaña adelantada del gobierno. Toda la estrategia propagandística va dirigida a minimizar a niveles impensables la figura y el nombre del candidato y poner en su lugar al mito en que han convertido al difunto presidente. Sin embargo, cada vez que habla, escribe –firma algo- o actúa en público, no pueden ocultar un candidato carente de virtudes, talentos y falta de preparación para enfrentar la compleja situación económica y social que atraviesa nuestra atribulada patria.
La farsa electorera es tan grande, que el candidato no es Maduro, pero tampoco lo es el difunto ex presidente HCF. No estimados lectores, el candidato por el cual el aparato propagandístico del gobierno supra nacional de los Castro quiere que los venezolanos voten, cual zombis como intenta hacer ver la cuña del CNE, es el Jesucristo latinoamericano, la nueva reencarnación engrandecida de Bolívar, una versión de la imagen del fallecido presidente muy alejada de su condición de líder de un proyecto político con sus aciertos y errores. Están usando de forma tan abusiva y obscena la imagen del presidente que cada día inventan un nuevo calificativo, un nuevo título, con la finalidad de distraer la atención sobre quien realmente es el candidato y sobre cuáles son los problemas que deben debatirse en la campaña electoral. Como suele ocurrir con los autoritarismos, sean de izquierda o de derecha, se tiende a cosificar al ciudadano de forma tan grotesca que creen que con construcciones propagandísticas se puede sustituir el ejercicio de la política y de la ciudadanía.
Los estrategas oficialistas han realizado un montaje muy bien pensado, convirtieron los funerales en una enorme campaña a favor de Maduro donde las imágenes de personas llorando por el ex presidente, jurándole amor eterno y simultáneamente aplaudiendo al candidato Maduro daban la impresión que todo estaba dicho.
Tuve múltiples discusiones con colegas y personas muy bien informadas que expresaban que era “imposible que nadie pudiera derrotar al Chávez mito y que seguramente Capriles perdería peor que el 7 de octubre. Convencido como estoy de que la candidatura de Maduro es peor que un paquete chileno mis argumentos contra este escenario tan pesimista han sido: i) Maduro no es Chávez y una parte importante del electorado votaba por el ex presidente mas no por el PSUV; ii) es más sencillo que @hcapriles repita y aumente un poco su votación a que Maduro recoja los 8.3 millones de votos del 7O; iii) la sensación de bienestar que ocurrió el 7O, no se parece en nada a los 100 días de Maduro, y iv) cuando el candidato del PSUV empiece a mostrarse la gente va a compararlo con Capriles y evidentemente Henrique tiene muchas más condiciones para ser presidente y conducir la enorme crisis que recién comienza a asomarse pero que la gente ya la siente en sus bolsillos; v) la anti campaña del PSUV va dirigida sólo a su electorado duro, dejando por fuera al segmento de los indecisos y agrediendo al extremo de activarlo al elector alternativo.
He tenido acceso a encuestas privadas, que pronto serán publicadas, donde ya se observa el declive de la popularidad del anti candidato, la brecha llegó a un tope de 15 puntos en medio de los funerales y a la fecha se ubica entre 5 y 8 puntos, pero con una marcada tendencia de Maduro a caer y Henrique a subir. Por supuesto que la capacidad de movilización del gobierno sigue siendo mayor, pero la abstención está perjudicándolos muchos más a ellos que a Capriles.
La única campaña que ha podido realizar el comando del continuismo ha estado dirigida al voto duro, a pesar de que se rodean de actores y que de vez en cuando hacen un llamado de brazos abiertos al resto del país. El porcentaje de indecisos sigue estando alrededor de 20% de la población y a ese electorado no lo convence ni el histrionismo forzado de Maduro ni mucho menos las actitudes amenazantes tipo “pran” de Cabello. Súmenle a lo anterior que cada vez la situación económica aprieta y que la tantas veces ofrecida redistribución de la riqueza petrolera no termina de llegar. Para la mayoría de los venezolanos el socialismo del siglo XXI es redistribución y no una ideología que pregona la lucha de clases, es decir la destrucción de venezolanos por venezolanos. En contraste @hcapriles tiene una oferta programática nacionalista, de inclusión y bienestar, atacando fuertemente las incompetencias y contradicciones del gobierno sin extremismos o posturas anti sistemas, que tienden a ser rechazadas por este segmento de la población.
Como dije anteriormente, las tendencias se están cruzando y dependerá de la actitud y pasión que cada uno de nosotros ponga en la campaña para consolidar el triunfo de Henrique. Maduro y su anti campaña nos están ayudando pero hay que recordar la frase bíblica: ayúdate que yo te ayudaré.
Carlos Valero
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