Maduro no sólo divide a los hijos de un mismo pueblo sino que horada las bases del partido que lo respalda. La carta pública a Maduro que publicó ayer el politólogo Nicmer Evans me trajo a la memoria la fábula de Hans Cristian Andersen: El traje nuevo del Emperador, conocida popularmente como el rey está desnudo. Al colega le correspondió el rol del niño que en medio de un acto público se atreve a decir lo que es obvio, pero que la propaganda y el miedo oficial impiden expresar: Maduro no es líder y el madurismo divide al PSUV. El sobrevenido heredero está derrochando el capital político heredado de su jefe y los que voten por él lo harán obligado por la petición que les hiciera el difunto presiente, posponiendo el enfrentamiento que a todas luces parece inevitable.
Muy pocas veces he coincidido intelectualmente con los planteamientos de mi colega, a quien conozco desde principios de los noventa, cuando coincidimos en la juventud del MAS y él, al igual que lo fue Darío Vivas y muchos de los dirigentes de la revolución, formaban parte de un partido cuya utopía era construir una izquierda democrática, crítica y contraria al personalismo político, vale la pena recordar que desde sus inicios el MAS rompió con el partido comunista ruso y cuestionó airadamente el socialismo real soviético, derivado en un sistema monstruoso donde la burocracia ejercía todo el poder y gozaba de todos los privilegios aprovechándose de la pueblo, en la jerga comunista, de la clase trabajadora.
Ahora bien, las desavenencias intelectuales no son óbice para que no cuestione el fusilamiento moral del que ha sido objeto sólo por expresar a viva voz el secreto peor guardado del planeta: las carencias de liderazgo y de personalidad que demuestra el candidato del oficialismo cada vez que realiza alguna aparición pública. Es una conducta facha y repudiable la respuesta que desde el poder le da Elías Jaua a la carta de Evans y la única explicación lógica ante tan desproporcionada conducta, además de la condición autoritaria y fascista, es que el canciller le respondió por mampuesto a importantes factores de peso dentro del PSUV que dicen lo mismo en privado a cada rato y con todo el mundo.
Al margen de la enorme polarización política que han construido desde Miraflores para esconder sus ineficiencias, todos tenemos amigos o conocidos que forman parte del gobierno o simplemente comulgan con esas ideas y en cualquier conversación, una vez superada la etapa de los saludos y el obligado comentario negativo a nuestra posición política, surge el tema de la inconsistencia ética, política e intelectual del heredero de los Castro. Dudo que en Venezuela haya alguna persona distinta a Cilia o a la legión cubana, que tenga argumentos favorables acerca del desempeño de Nicolás como presidente encargado o como vicepresidente en los meses de la convalecencia y, desafortunadamente para sus mentores caribeños, en campaña electoral se coloca un zoom sobre lo que hace y deja de hacer un candidato, ya que la población necesita tener elementos de información para hacerse su propio criterio y decidir. No basta con la opinión de HCF, aún cuando tiene un enorme peso, para decidir si apoyan o no al candidato del PSUV.
El madurismo irrumpe en la cultura del PSUV con toda la carga simbólica y la metodología de marketing político de los hermanos Castro. Desde el primer momento cuando deciden embalsamar el cuerpo del ex presidente, de lo cual debieron retractarse por lo aberrante de tal acción, comienzan a darse los encontronazos “conductuales” con la parte nacionalista del partido de gobierno. Si a ello sumamos el estilo vespertino del nuevo líder, que según allegados comienza a trabajar después de las 9 de la mañana, carente de visión estratégica, ajeno a la cotidianidad del país y por ende del partido, y a las muletas excesivas de la imagen del presidente, se entiende la fisura que devela la carta en cuestión. El cambio de timón en Cadivi, las devaluaciones y la escasez son atribuidas dentro del PSUV a la gestión de Maduro y al madurismo. Otro de los factores que explica esta fisura partidista, es la sustitución de Eva Golinger por Winston Vallenilla como ideólogo y vocero de la revolución. Al inocuo Maduro lo acusa de castrista la oposición y una parte del chavismo de farandulero y pantallero. La evidente propensión a mentir debe sentirse más evidente con sus compañeros de partido y de gobierno.
La campaña oficial arranca mañana y los sondeos más recientes a los que he tenido acceso están dando una ventaja de 8 puntos a favor de Nicolás, pero con tendencias cruzadas, mientras Capriles sube el otro baja. En dos semanas puede perfectamente cambiar y voltearse esa realidad y la reacción de Jaua a Evans evidencia que los cismas internos son mucho más profundos de lo que se filtra. El madurisno no sólo no cuaja sino que además representa una fuerza divisionista enorme que muy probablemente derivará en una “operación morrocoy electoral” de una parte de la militancia y en apatía y hasta voto castigo en el electorado blando. Soplan vientos de cambio y para nosotros la Constitución Nacional y la razón ética, sumado a la voluntad de millones en la calle celebrando democráticamente el triunfo, serán nuestras herramientas para impedir cualquier locura de los que pierden el poder.
Carlos Valero
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