Con una inflación galopante y el impacto de una devaluación de casi un 32 % de la moneda local, el nuevo presidente que los venezolanos elijan en los comicios del domingo deberá decidir entre continuar con el modelo de su antecesor, el fallecido gobernante Hugo Chávez, o dar un giro de timón.
Laura Barros/Efe
Catorce años después de encaminarse hacia el socialismo del siglo XXI promovido por el presidente Hugo Chávez, el país petrolero celebra su primera elección sin el líder de la revolución bolivariana, fallecido el pasado 5 de marzo, en la que se enfrentarán su delfín, Nicolás Maduro, y el opositor Henrique Capriles.
Maduro, actual presidente encargado, se presenta como el “hijo” de Chávez y garantía de continuidad del modelo socialista, que 14 años después exhibe como sus principales conquistas una mejora en los indicadores sociales, mientras en lo económico sigue sin torcerle el brazo a la inflación o romper la dependencia petrolera.
“Estamos en una lucha con dos modelos: el modelo de la patria, el modelo chavista, el modelo revolucionario, el modelo nacionalista (…) o el modelo trasnacional privatizador”, ha dicho Maduro, que ha prometido que cumplirá el “plan de la patria” de Chávez.
En estos 14 años, según estadísticas publicadas por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el chavismo se apunta entre sus logros la reducción de la pobreza en Venezuela, que pasó del 49,4 % en 1999 al 29,5 % en 2011, mientras que la indigencia cayó del 21,7 % en ese mismo año a 11,7 % en 2011.
Durante la gestión de Chávez destacan, además, la caída de la mortalidad infantil, que ha bajado de 20,3 por cada 1.000 nacidos vivos en 1998 a 12,9 en 2010, mientras la tasa de matrícula primaria subió de 85,1 % a 92, 7 % entre 1999 y 2011, al igual que en secundaría que pasó de 48 % a 72,8 % en el mismo lapso.
Por el contrario, la inflación se mantiene en dos dígitos, y en 2012 cerró en 20,1 %, aunque este resultado supuso un baja de 7,5 puntos con respecto al 27,6 % que se registró en 2011.
El ingreso del país depende en gran medida del petróleo que de los 16 dólares por barril pasó a más de cien en la actualidad en un país, donde patronales como Fedecámaras advierten que en los últimos 10 años se perdieron 170.000 empresas de las 617.000 empresas que existían y otras 2.300 fueron expropiadas.
Por su parte, Capriles ha manifestado la necesidad de inversión extranjera, ha defendido el modelo económico brasileño y ha asegurado con insistencia que su llegada al poder no supondrá el fin de los programas sociales, conocidos comúnmente como misiones.
A diferencia de la campaña con miras a las elecciones de octubre, en las que fue derrotado por Chávez, Capriles no ha puesto el dedo sobre el modelo del socialismo del siglo XXI promovido por el fallecido gobernante, del cual había dicho que “ya se agotó”, sino en los 100 días que, a su juicio, lleva Maduro en el poder.
Maduro asumió como presidente encargado de Venezuela 8 de marzo, tres días después de que Chávez falleciera luego de una tenaz batalla contra un cáncer que le detectaron a mediados de 2011, pero estaba al frente del gobierno desde el 10 de diciembre.
Según Capriles, en estos 100 días han tenido lugar “dos devaluaciones”, al aludir a la modificación del “patrón único” de venta del dólar, que desde el pasado 8 de febrero subió de 4,3 a 6,3 bolívares, una devaluación de casi el 31,7 %.
La segunda devaluación sería la que llevó al Gobierno a establecer el Sistema Complementario de Administración de Divisas (Sicad), un mecanismo de subasta para asignar dólares a empresas, a un precio aún más elevado que el establecido para el cambio convencional.
“Nicolás en cien días está acabando con los 14 años del presidente de la República (Chávez) ¿Ustedes se imaginan 6 años de esto?”, preguntó Capriles a sus seguidores en una concentración, aunque no ha presentado propuestas concretas para atajar problemas como el control de cambio, el desabastecimiento y la inflación.
El economista César Aristimuño explicó a Efe que el nuevo presidente recibirá un país cuyo producto interno no crecerá al ritmo de 2012, cuando cerró en 5,6 % y que este año tiene como meta un 6 %.
Además, está presionado por una merma en las importaciones, de las que depende en gran parte del abastecimiento del país, lo cual mantiene en el horizonte problemas como el desabastecimiento de alimentos y distorsiones en la oferta de otros bienes.EFE