De sus aliados de ultramar, Mahmud Ahmadinejad fue quien envió las condolencias más sentidas a Venezuela tras la muerte, el 5 de marzo de pasado, de Hugo Chávez, a quien describió como “símbolo de todos los combatientes y revolucionarios de América Latina”. La Asamblea Nacional Popular China estaba en medio de su reunión anual cuando la noticia del fallecimiento llegó a Pekín: “El presidente Chávez fue un gran líder de Venezuela y un gran amigo del pueblo chino; hizo una gran contribución para impulsar las relaciones de amistad y cooperación chino-venezolanas”, dijo en nombre de todos la jefa de la diplomacia, Hua Chunying. Así lo destacó El País de España.
Con la muerte de Chávez, los Gobiernos de Teherán y Pekín no solo perdieron a “un amigo” sino a un socio estratégico para el desarrollo de sus programas de intercambio político y económico con América Latina. Y en los comicios presidenciales convocados este domingo en Venezuela para elegir a su sucesor, se juegan la continuidad de las relaciones bilaterales, tal y como las conocieron hasta ahora.
El politólogo Ariel Armony ha seguido con atención las discusiones que se han desarrollado en China en torno al tema, desde el mismo momento en que desmejoró la salud de Chávez. “La discusión que hay en China acerca de lo que pueda pasar con el proceso político venezolano no solamente tiene que ver con el petróleo, sino con cómo China espera que un cambio de régimen en Venezuela vaya a afectar el entorno geopolítico en la región y cómo China va a tener que adaptarse a esos cambios”, explica Armony, director del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Miami.
Uno de los programas clave de las relaciones entre China y Venezuela, desde 2006, es el intercambio de préstamos por petróleo a futuro. Los asiáticos han extendido una línea de crédito a los venezolanos por 38 mil millones de dólares para ayudarles a sobrellevar sus problemas de liquidez y a cambio, éstos han multiplicado por diez los envíos de crudo a China. Un porcentaje significativo de esos cargamentos no va a China, sino que se vende en terceros mercados. En materia de cooperación financiera, ambos Gobiernos establecieron en 2007 el Fondo Conjunto Chino Venezolano, que hasta octubre de 2012 sumaba una inversión de 23.844 millones de dólares para financiar 201 proyectos de desarrollo en Venezuela. En enero de este año, Venezuela intentó sin éxito extender su línea de crédito, pero China se rehusó por causa del incumplimiento en la ejecución de los proyectos por parte de Venezuela. “Los analistas chinos están preocupados por el cuestionamiento que se pueda a hacer sobre la transparencia de estos programas en caso de que Henrique Capriles gane las elecciones. Pero aún si gana Nicolás Maduro, hay preocupación respecto a hacia dónde está yendo la economía y otros problemas, como la inseguridad, y de cómo el estado de la economía va a afectar los compromisos que tiene el Estado de Venezuela con China”, sostiene Armony.
Así como Caracas ha apelado a la ayuda de Pekín para paliar sus apuros económicos, el Gobierno de Teherán ha encontrado en Venezuela la puerta de entrada para dejar fluir sus negocios hacia América Latina, en medio de la asfixia económica generada por las sanciones impuestas a su programa nuclear de parte de Occidente. Ambos países han firmado más de 270 acuerdos, incluidos tratados de comercio y proyectos de construcción, iniciativas de energía y programas bancarios. En 14 años, Chávez visitó Irán 13 veces y recibió a Ahmadinejad en Caracas en seis ocasiones.
“La política internacional del presidente Chávez fue la creación de un mundo multipolar, en contraposición con el liderazgo del Gobierno de los Estados Unidos. Chávez, por ese interés, empezó a profundizar lazos con Irán en 2005 y a abrirle las puertas de América Latina por intermedio de la Alianza Bolivariana para los pueblos de América (Alba)”, recuerda Virginia Contreras, analista político y ex embajadora de Venezuela en la Organización de Estados Americanos a principios de la administración de Chávez. Al día de hoy, Irán ya forma parte de la Alba –a la que pertenecen Cuba, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, entre otros- como país observador. “Uno de los objetivos fundamentales de Ahmadinejad es consolidar el desarrollo de la energía nuclear y en ese sentido, su interés en Venezuela es estratégico”, dice Contreras.
El candidato de la opositora Mesa de la Unidad, Henrique Capriles, ya ha advertido que centrará sus esfuerzos diplomáticos en sus vecinos de América, en caso de ser electo presidente, y que revisaría las alianzas establecidas en la era del chavismo con países como Irán, Rusia, Bielorrusia y China en materia política y económica. Pero Contreras es de las que piensa que difícilmente cambiarán en el mediano plazo los negocios de Venezuela con estos países, aún a pesar de las dificultades que depara el futuro para seguir financiándolas, y del resultado de las elecciones del domingo. “Desde el punto de vista jurídico existen convenios firmados. Venezuela tiene grandes inversiones en petroquímica en el sector industrial de Irán, e Irán también tiene proyectos firmados con el Gobierno de Venezuela. Por mucho que cambiaran el Presidente y las políticas, esos convenios deben ser respetados”, sostiene la ex embajadora. Menos aún si el actual presidente interino candidato oficialista gana los comicios: “Nicolás Maduro estuvo seis años y medio en la función de Canciller y mantiene una estrecha relación con el presidente Ahmadinejad. Es muy difícil suponer que vaya a tomar una decisión adversa a la continuación de las relaciones diplomáticas, no solamente con Irán, sino con Cuba, China, Rusia, Bielorrusia y con todos los países, incluyendo Corea del Norte, con los que el Gobierno del presidente Chávez había tenido relaciones”, concluye.