“El cielo encapotado anuncia tempestad y el sol tras de la nubes esconde claridad…”, empieza diciendo el himno de la Federación durante y después de la guerra civil de la segunda mitad del siglo XIX. Sentimos llegar una terrible tormenta que deberá poner punto final al aberrante presente que presenciamos.
Para nosotros es imposible reconocer la legitimidad de la farsa fraudulenta que llevó al CNE a una injustificada demora en anunciar los resultados electorales, y a que en menos de 24 horas proclamara a Maduro como elegido y a la penosa Asamblea Nacional, el pasado viernes, a tomarle juramento como “presidente constitucional”, con la asistencia cómplice de algunos países y personalidades vinculados política y económicamente al régimen castro-comunista que presidió Hugo Chávez.
No tengo la menor duda. Capriles ganó y Maduro perdió. El pueblo democrático es mayoría clara. De acuerdo a la información que tenemos, el Comando Simón Bolívar está listo para acreditar en todas las instancias el triunfo. Aunque quizás ya sea un poco tarde por la manipulación de las mismas, se insiste en el reconteo, es decir, la revisión manual de las papeletas, auditando los registros de trasmisión de todas y cada una de las máquinas con todas las especificaciones indispensables. Igualmente la revisión de los cuadernos de votación para comparar el número de firmas y huellas con los totales de votantes dados por las actas de escrutinio y la auditoría a las papeletas. Por otra parte se sustancias las más de tres mil irregularidades denunciadas para los recursos adicionales que sean necesarios.
Sin embargo debemos prepararnos para lo peor. Eso que llaman ahora “comando cívico-militar de la revolución”, ante la ausencia de liderazgo, carácter y jefatura reconocida por todos, se convierte en una suerte de gobierno provisional que ordena mantener a Maduro a cualquier costo, aunque sea “mientras tanto” como dijo Capriles. Lo ordena al CNE, a la Asamblea Nacional, al TSR, a la Fiscalía, a las FAN y paremos de contar.
Se inicia una etapa de violencia institucional que puede ser peor que la física en contra de toda disidencia que los ponga en peligro. La penalización criminalizada estará de nuevo de moda, además de las amenazas, calumnias y agresiones de toda naturaleza. Llegamos al llevadero. ¡Peleamos o nos rendimos!