Trajes de novia con superposiciones que tras la ceremonia se quitan para dar paso a un traje de fiesta han destacado en la colección de los sevillanos Victorio & Lucchino, que hoy se ha podido ver en la Pasarela Gaudí Novia, en Barcelona.
Déborah Hap/EFE
Aparentemente más austera pero con muchos detalles de costura y mezclas de tejidos, la colección 2014 de Victorio & Lucchino está pensada para novias de países fríos o para las que quieren disfrutar de su fiesta hasta la madrugada y tener dos vestidos en uno.
Levitas de encaje de las que sale la cola, toreras con velos románticos o chaquetas casi invisibles que esconden vestidos de noche son, según han declarado a Efe los diseñadores, “casi una necesidad” porque ellos venden en todo el mundo “y así las novias se visten para la ceremonia y para la fiesta”.
Mucho corte imperio, cinturas marcadas y líneas clásicas han dominado la pasarela, y solo se ha visto un traje de volantes de caracola, su sello más personal, y uno de sus vestidos icono.
Jesús Peiro ha cumplido en esta pasarela 25 años de existencia y los ha celebrado inaugurando su desfile con un vestido en construcción que explicaba el proceso creativo de un traje de novia en un ejercicio de buen gusto y óptimo resultado.
En la colección, diseñada por Merche Segarra, se han distinguido vestidos frescos, limpios y suaves para novias jóvenes, líneas más clásicas para grandes ceremonias y vestidos de fiesta para novias de repetición.
Como detalle, los 36 vestidos que han desfilado tenían un lazo negro que daba una nueva dimensión a los tejidos de tul, mikado, seda, gasa o plumetti con los que se han confeccionado los vestidos. Grandes collares de fantasía han servido también para potenciar siluetas sencillas en ricos tejidos.
Las hermanas Yolanda y Cristina han presentado en YolanCris cinco líneas, dos de ellas muy románticas, y en casi todas mucho volumen en las faldas, cinturas altas y mucho encaje.
También han mostrado superposiciones de prendas y forros de calidad, con bordados y detalles, casi vestidos, de manufactura cien por cien nacional y cosidos en su taller de Hospitalet de Llobregat (alrededores de Barcelona).
Según han explicado a Efe, ya exportan buena parte de los casi 3.000 vestidos de novia que salen de su taller y sus colecciones ya están pensadas para novias que no viven en Europa, sino en los países árabes, donde el brillo y los volúmenes gustan mucho, y en Asia.
Inmaculada García ha cerrado el día con una colección mucho más pura y segura que en anteriores temporadas, en las que un cierto exceso escondía un estilo muy personal, que por fin se ha empezado a ver.
Sus vestidos de novia, “made in Spain”, como dice con fuerza, siguen siendo muy románticos pero más frescos, como si los hubiera sacudido, y por primera vez ha creado sin pensar demasiado en la vertiente comercial prendas potentes, como un vestido de piqué, de muy buena costura, con encaje y corbata.
Algo de estilo charleston con vestidos de encaje, flecos y líneas rectas y en casi todos, un broche de adorno como detalle de la firma. EFE