No perdamos de vista que el régimen vive una crisis interna muy profunda, severa, dura, inocultable. ¡INCALABLE! Un coctel explosivo producto del autoritarismo, la falta de liderazgo, la desinformación, la incapacidad y sobre todo de la anarquía.
Son muchos los dirigentes rojos que sotto voce se quejan de “la falta de reuniones del partido para discutir la situación”, se sienten marginados, desconocen lo que sucede, andan sin brújula. Transitan como zombies por la oscuridad. Se encuentran desesperados, no logran articular un discurso coherente para defender lo indefendible. Una importante dirigente roja aseguró entre bastidores: “no somos maduristas sino chavistas, nosotros repudiamos lo sucedido en la Asamblea Nacional. ¡Fue un bochorno!”. No son pocos los que coinciden en que “si las cosas siguen como van es poco lo que se puede hacer para detener la caída”.
En el gabinete también pulula el desconcierto, el caos, la ineptitud. Los ministros no toman las decisiones trascendentales a las cuales están obligados. Nadie hace nada. La crisis gobierna todo. Uno de ellos se preguntó entre sus íntimos “¿hasta cuándo Maduro se va a seguir refugiando en la ridiculez esa del gobierno de calle para intentar en vano restablecer la legitimidad social perdida, mientras evade los temas fundamentales de Estado”. Afirma que “se vuelve un ocho cuando le hablan de los complejos problemas de la conducción económica del país”. La inflación sube por el ascensor y los salarios caen estrepitosamente. “El desabastecimiento amenaza con llegar a grados cubanos”.
En la base roja el drama de la crisis es mayor. Ya cerca de un millón decidieron votar por @hcapriles el 14 de abril. Los nuevos estudios de opinión revelan la continuidad del deslave a ritmo más acelerado. Al punto de que si las elecciones fueran hoy @hcapriles ganaría cómodamente con más del 60%. La anomia roja no tiene arreglo.