En diferentes partes del cuerpo hirieron con un arma de fuego a Antonio Miguel Peraza Vargas, cuando se encontraba celebrando el Día del Trabajador frente a la plaza Simón Castejón de Guarico, municipio Morán. Algunos testigos del hecho, contaron que el homicida pasó en una moto y sin mediar palabras descargó el arma contra su humanidad hasta asesinarlo. Así lo reseñó el diario El Impulso.
El hoy occiso, quien el sábado cumpliría 26 años, fue trasladado hasta un centro asistencial cerca de la escena del crimen pero los esfuerzos fueron inútiles porque lamentablemente murió.
Decepcionados, tristes y con sed de justicia, se encontraban los familiares de Peraza Vargas, uno de los menores de seis hermanos, pero el segundo que asesinan, pues hace 13 años, la familia pasó por una situación familiar cuando ultimaron a Albérico Antonio Peraza Vargas, quien se resistió al robo, hecho acaecido en Barquisimeto.
Rosely Piñero, una de las hermanas, en medio de sus lágrimas narró que vive cerca y alguien le avisó que habían herido a Antonio Miguel y lo llevaron hasta el centro asistencial. Cuando ella llegó ya había muerto. “Era un muchacho sano, trabajador, dedicado a la agricultura desde pequeño y combinaba esa actividad con el comercio para mantener a sus tres hijos de seis y cuatro años, y el menor que apenas tiene un mes de nacido”.
Pueblo sin ley
Como un pueblo sin ley calificaron los allegados de la víctima a Guarico, pues aseguran que los funcionarios policiales “son muy pocos y le tienen miedo a los malandros”. Dicen que los muertos, robos de vehículos y motos, son los delitos más comunes que se cometen.
“A las cinco de la tarde los comerciantes bajan las santamarías porque de lo contrario los atracan. Nadie puede salir después de esa hora. Es como un autotoque de queda. Da hasta miedo llevar a los niños a la escuela”, aseveró Piñero quien preocupada por la situación que viven a diario en la localidad le hizo un llamado al alcalde Fidel Palma , al gobernador Henri Falcón así como también a los organismos de seguridad, para que envíen mayor patrullaje y resguarden el pueblo que desde diciembre del año pasado, se ha vuelto más peligroso, a su juicio. “Cuando están presentes los funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana los malandros se calman un poco”.
“Todos saben quienes son los que cometen los delitos pero nadie habla por miedo. Ese pueblo está perdido”, comentó otro de los familiares, quien pidió justicia ante abominable suceso.