Vladimiro Mujica: Piggy Foxy

Vladimiro Mujica: Piggy Foxy

El libro es una verdadera joya que recoge un período muy rico de la historia soviética, pleno de grandes hechos. El eje central de la obra está constituido por caricaturas de los grandes dirigentes del Partido Comunista.

Aparentemente el seudónimo de Cerdito Astuto (Piggy Foxy) fue usado por Nikolai Bukharin, un prominente miembro del Partido Bolchevique caído posteriormente en desgracia y ejecutado por órdenes de Stalin en la Gran Purga de 1937.

Con el título de Piggy Foxy and the Sword of Revolution.





Bolshevik Self-portraits me encuentro accidentalmente con un libro en una de las cientos de librerías de París, mientras espero por la reparación de mi bicicleta.

El asunto no pasaría de ser una anécdota estrictamente personal con las que no vale la pena aburrir a la gente, pero ocurre que el libro es una verdadera joya que recoge un período muy rico de la historia soviética, pleno de grandes hechos, grandes tragedias y grandes infamias. El eje central de la obra está constituido por caricaturas de los grandes dirigentes del partido hechas por ellos mismos durante los tiempos de camaradería en que se permitían las bromas y el humor. Así vemos desfilar a los gigantes del bolchevismo de los años 20 y 30 del siglo pasado: Stalin, Trotsky, Bukharin, Kamenev, y Zinoviev, entre otros, retratándose mutuamente a través de notas y caricaturas de los unos sobre los otros. El libro es prolijo en la descripción de las circunstancias que rodean a cada una de las aproximada- mente 200 reproducciones rescatadas hace unos años de archivos secretos del Partido Comunista de la extinta Unión Soviética. Algunas impactan por su brutalidad y cinismo. Uno de los clásicos de la colección despliega un dibujo de Mezhlauk presentando al comisario de finanzas Briukhanov colgado de los testículos en una especie de cadalso improvisado a tales efectos. Al pie se lee la inscripción del artista: “El Comisario de Finanzas del Pueblo de la URSS en el segundo día de su juicio”. Al lado se anexa una nota de Stalin: “A los miembros del Politburó. Por todos sus pecados, pasados y presentes, que se cuelgue a Briukanov por las bolas. Si las bolas aguantan, considérenlo absuelto en el juicio. Si las bolas no aguantan, ahóguenlo en el río” Los tiempos de la camaradería darían lugar al reino del terror y las grandes purgas que han quedado como ejemplo del horror totalitario del estalinismo. Casi todos los que aparecen en el libro fueron posteriormente ejecutados y el mismo Piggy Foxy terminó su última súplica por su vida a Stalin con las palabras: “la monstruosidad de mi crimen es inconmensurable, especialmente en la nueva etapa de la lucha de la URSS.

Que este juicio sea la última severa lección, y que el gran poder de la URSS se torne claro para todos”.

Que todos los regímenes abierta o veladamente totalitarios tienen muchas cosas en común respecto a sus formas de ejercer y apropiarse del poder, independientemente de si su inspiración ideológica original fue de derecha o izquierda, fue establecido claramente en la obra seminal de Hannah Arendt Los Orígenes del Totalitarismo. Menos claro pero igualmente importante es la burla corrosiva e irrespetuosa que impregna las acciones de organizaciones e individuos cuyas prácticas se ubican al margen del Estado de Derecho y que actúan con absoluta impunidad. Lo que resuena detrás de las risas que podrían inspirar las caricaturas del libro de autorretratos bolcheviques es el sonido de las prisiones, las confesiones forzadas y las ejecuciones sumarias en que posteriormente se transformarían las burlas. Es la pérdida paulatina del respeto y de las consideraciones que nos debemos como individuos el peligroso monstruo que repta entre las páginas de la obra y que obliga, en segunda lectura, a espantarse por la premonición fatal y la advertencia que ellas esconden.

En el trópico los cubanos fueron maestros en copiarse el modelo de confesiones y burlas a sus prisioneros de la era del terror soviético. Los aprendices de brujo venezolanos han ido escalando la práctica del irrespeto y la aniquilación de la condición humana y pretenden imponerle a sus opositores castigos superiores a la muerte. La lista de violaciones mayores de estos tiempos incluyen a la jueza Afiuni, al comisario Simonovis, al malogrado Franklin Brito, al general Baduel, y a los estudiantes obligados a arrodillarse y a jurar loas a Maduro, por tan sólo mencionar algunos de los casos más prominentes.

El uso de los tribunales como herramienta política, la persecución, los despidos y el atropello son todos herramientas para imponerle el miedo a los “otros”, es decir a “nosotros”, los de esa mitad de Venezuela que no se deja acorralar y que poco a poco va avanzando hacia consolidar una rebelión democrática y pacífica contra el autoritarismo. El libro del Cerdito Astuto nos presenta en el lenguaje de los dibujos y las caricaturas una descripción brutal de los pasos preliminares de la barbarie y el canibalismo al interior del poder y cómo la adulación y la impunidad pueden dar paso a la persecución en una de las muchas volteretas de la historia. Basta solamente con ver cómo se agrede a quien deja las filas del chavismo para imaginarse lo destructiva y obscena que puede ser la crítica dentro del mismo. De ahí a contar con nuestro Cerdito Astuto tropical hay sólo un paso.