Sostiene que estamos frente a la banca de mejores indicadores en Latinoamérica, soportando su afirmación en los resultados de la aplicación del método de análisis denominado CAMEL que, muestra una morosidad aproximada del 1%, una provisión sobre la cartera de crédito morosa del 300%, rentabilidad del 50%, la que es positiva y real en tanto supera la inflación, suficiencia patrimonial por más de 3 puntos porcentuales por encima de lo exigido por la norma respectiva, cumplimiento casi total de las carteras dirigidas, exceso de liquidez, etc.
Las aseveraciones anteriores son parcialmente ciertas, como demostraremos de seguida:
1.- Dentro del concepto de morosidad hay que distinguir entre la morosidad simple y la morosidad ampliada. La primera considera únicamente los créditos vencidos y en litigio como morosos, la segunda incluye además los créditos reestructurados, en tanto no se trata de que los deudores han honrado sus compromisos, sino que por distintos mecanismos se ha diferido su pago, como es el caso de la cartera agrícola, respecto de la cual en los últimos 3 años se han dictado resoluciones de diferimiento de deuda obligatorio para los bancos.
A marzo de 2013 que es el período al cual se refieren las declaraciones del Superintendente, el total de la cartera vencida y en litigio, en miles de bolívares, era de Bs. 4.167.558, lo que al compararse con el total de la cartera de crédito de ese período, Bs. 420.125.505, resulta una morosidad simple de poco menos de un 1%; pero cuando agregamos a la cartera vencida y en litigio Bs. 4.612.994, que es el monto de la cartera reestructurada y la comparamos con el total de la cartera de crédito, el resultado es 2,09%, esto es, más del doble de la señalada.
En honor a la objetividad, una cartera demorada ampliada como la calculada anteriormente, es aceptable, aunque debe hacerse seguimiento riguroso y advertir a las autoridades concurrentes en este asunto de decretar reestructuraciones el riesgo que ello implica, por cuanto esa cartera creció de marzo de 2012 a marzo de 2013, en un 20%, al pasar de Bs. 3.845.272 a Bs.4.612.994.
2.- La provisión de la cartera morosa a marzo de 2013 es de 3,26%, frente a un 3,81% de marzo de 2012, lo que sigue siendo una provisión suficiente, a pesar de haber caído en un 0,55% en el mencionado lapso.
3.- La intermediación crediticia, a la cual se le atribuye una importancia capital, resultante de comparar el total de la cartera de crédito con las captaciones del público, para marzo de 2012 fue de 54,52%, mientras que para marzo de 2013 disminuyó al 50%, es decir, cayó en un 4,52%.
Se une a esta caída el incremento de las inversiones en títulos valores que, pasaron respecto de las captaciones del público, de un 32,08% en marzo de 2012, a un 36,11% en marzo de 2013.
En el período analizado se incrementó la inversión en títulos valores en detrimento de los créditos, cuestión que no se corresponde con las mejores prácticas bancarias y que también hay que hacerle el seguimiento correspondiente, sin que estemos en presencia de una situación alarmante.
4.- Se hace énfasis en que las ganancias de la banca se incrementaron sustancialmente con respecto a años anteriores, que la rentabilidad de la banca es positiva y real, por cuanto supera la inflación y no, como ocurría en el pasado cercano, donde a pesar de ser positivos los resultados, la inflación era superior.
La rentabilidad sobre el capital social para marzo de 2013 fue de un 77%, mientras que para marzo de 2012 fue de un 51,30%, esto es, la rentabilidad sobre el capital social se incrementó en más de 25 puntos porcentuales.
Sin duda esta es una de las mayores rentabilidades de sistema bancario alguno del continente, para junio de 2012 el promedio de la rentabilidad sobre el capital social del sistema bancario de Perú, México, Chile y Colombia en promedio oscilaba alrededor del 15%, lo que, en lugar de celebrar la altísima rentabilidad del sistema bancario venezolano, debería obligar a las autoridades financieras nacionales a revisar aspectos tales como remuneración a los ahorristas, comisiones por servicios, tarifas y fundamentalmente a realizar ajustes racionales en los tipos de intereses activos, como medida para estimular al sector productivo.
5.- Si bien es cierto que determinadas carteras dirigidas se cumplen totalmente, otras, como la agrícola y la de vivienda, enfrentan serios problemas por la escasez de demanda, la segmentación de las mismas y los precios de esta última, lo que ha motivado a su sustitución parcial mediante la obligación de adquirir bonos agrícolas o bonos para la vivienda a través del Fondo Simón Bolívar que, si bien morigera su cumplimiento, no es suficiente.
Esta situación exige una coordinación estrecha entre las autoridades financieras y las autoridades de los sectores agrícolas y vivienda, de manera de establecer reglas precisas y reales que permitan su efectivo cumplimiento y que los créditos lleguen a la población que los requiere. De nada sirve fijar una cartera agrícola o de vivienda disociada de la realidad, cuyo incumplimiento se torna imposible, como lo señaló una fuente, en la cartera de vivienda de los 26 bancos, 22 la incumplieron.
Estas reflexiones no pretenden desconocer los avances técnicos y de inspección que el ente regulador bancario adelanta y con ello destacar algunos indicadores generadores de confianza, sino de colocar el desempeño del sistema bancario en su justa dimensión, sin comparaciones irreales con otros sistemas bancarios del continente. (deInmediato)