Aunque los problemas venían gestándose en el pasado reciente, no hay duda que Maduro parece minúsculo ante el reto que tiene por delante en todos los ámbitos de la administración del Estado. Luce Maduro desencajado, repetitivo, sin iniciativas importantes, carece de un discurso coherente e hilvanado que pueda dar respuesta a las muy serias dificultades por las cuales atraviesa Venezuela.
Varios errores ha cometido Maduro. En primer lugar, trata de imitar al presidente Chávez y ello es imposible porque no calza los puntos para hacerlo y luego porque la copia nunca puede ser mejor que el original. En segundo lugar, Maduro cometió un pecado capital por el que va a pagar un alto costo, al ratificar al equipo económico que nos trajo a la crisis que hoy vivimos.
Pero más allá de esto último, no aparenta ser Maduro aquel líder que pueda tomar el toro de la economía por los cachos, encarar las dificultades y articular soluciones creíbles y viables. No se requiere que un presidente sea un economista técnicamente solvente para darse cuenta de los problemas y encontrar propuestas.
Lo que se exige es un conocimiento mínimo en materia económica y Maduro ha demostrado no tenerlo. Eso no se aprende en los Concepto Fundamentales del Materialismo Histórico de Marta Harnecker o en el Manual de Economía Política de Nikitin. Maduro está pagando el elevadísimo precio de la ignorancia supina en temas económicos y por esa razón es que es presa fácil de Giordani y Merentes, quienes prácticamente juegan con él, engañándolo.
El resultado de la inflación del mes de abril, cuando los precios y la escasez pegaron un brinco, agarró a Maduro desconcertado, en una gira de compras por Argentina, Brasil y Uruguay. Al hacer público el BCV que la inflación se situó en 4,3% mensual y 29,5% anual, claramente Venezuela ha entrado en una espiral inflacionaria altamente peligrosa por los efectos desestabilizadores que sobre un gobierno tiene el alza sostenida de los precios.
Cuando esto ocurre se generan aumentos salariales que suelen potenciar todavía más la inflación. Pero a esa fuente de inestabilidad se le suma otra más letal todavía: la escasez. Reporta el BCV que ese indicador se ubicó en 21,3%, con algunos bienes alimenticios reflejando más de 50% de desabastecimiento. En el gráfico adjunto puede apreciarse la tendencia que ha adquirido la escasez, según cifras del BCV.
Frente a una situación como la descrita un gobierno puede adoptar dos posiciones. La primera consiste en no reconocer el problema y procurar trasladar las culpas hacia otros agentes de la economía. La segunda se basa en aceptar los hechos, estructurar equipos de trabajos y remediar los problemas. Maduro, prisionero de Giordani y Merentes, optó por la primera y eso le esta saliendo muy caro.
Del giordanismo-merentismo tomó Maduro la peregrina tesis de que la inflación se origina en la especulación y que la escasez obedece al saboteo económico. Si sigue creyendo eso, más acelerada será su ya pronunciada caída en los estudios de opinión. Porque si errado es el diagnóstico de un problema, equivocada será la solución. La inflación y la escasez las han provocado una política monetaria y fiscal marcadamente inconsistente que agotó las reservas internacionales del BCV.
Conviene destacar que cuando el giordanismo-merentismo formuló la Ley de Presupuesto de 2013, impuso como premisas una inflación entre 14% y 16%, una tasa de crecimiento económico de 6,0% y que no habría devaluación del bolívar en 2013. Agonizando el presidente Chávez, se impuso una primera devaluación del bolívar de 46% en febrero y posteriormente otra cuando se eliminó el Sitme a comienzos de marzo.
Anunciaron Giordani y Merentes una subasta Vickrey modificada, llamada Sicad para proveer dólares a la economía. Dos meses después, aquello acabó en un desastre colosal y se suspendieron hasta nuevo aviso esas subastas. Como resultado, el mercado está seco, no hay dólares a la tasa de cambio oficial y el dólar negro está por las nubes. En materia inflacionaria, hasta abril la variación de precios acumula 12,5%, cercana al rango inferior (14,0%) de la meta establecida para todo el año. En lo relativo al crecimiento económico, cada vez el consenso se mueve a que 2013 será de estancamiento.
La política económica zigzagueante del giordanismo-merentismo no atina ni atinará a dar con una propuesta que pueda sacar a la economía del delicado cuadro inflacionario en la cual se encuentra. Pero la responsabilidad no es del dúo Giordani-Merentes. Es de Maduro, por haber ratificado a una dupla que manufacturó la crisis que hoy padecemos.
El país no está para reírse o hacer chistes de las ocurrencias e incongruencias que dice Merentes cada vez que intenta explicar un tema monetario o de política fiscal. Al entrar en barrena el gobierno, puede ser objeto de desesperación y acosar a las pocas empresas privadas que en Venezuela siguen produciendo.