Los primeros treinta días de un gobierno que se juramentó a ritmo de cacerolas se escurrieron en el tiempo. Son parte de un pasado que deja magulladuras en el presente. Nicolás Maduro no la ha tenido fácil. La herencia que le dejó papá no fue la mejor de todas.
Mucho de lo que dijimos que íbamos a ver lo hemos visto. Otros capítulos están por ser transmitidos. Parte de lo bueno no lo vimos venir, como a un Lorenzo Mendoza decidido, que le cantó tres al gobierno, con respeto, firmeza y sobre todo con la legitimidad que le da ser presidente de la primera empresa privada del país. Un lujo que no se pueden dar las transnacionales, ni las más pequeñas, ambas temerosas de ser expropiadas, pechadas, fiscalizadas, amenazadas o simplemente acusadas de ser políticamente incorrectas. Mendoza puso el cuello en la hojilla, con la seguridad de que no iba a cortarse.
Veamos paso a paso, algunos de los elementos que demarcan el entorno país, en los últimos días.
El caos. La inseguridad y la economía sumen a Venezuela en un pozo profundo. Los crímenes no solo son más en lo cuantitativo, sino también en lo cualitativo. Más sangrientos, más violentos. Somos una Medellín de los 80, sin bombas, pero con balas. En economía no hablemos de lo macro, sino del bolsillo de doña Juana que está vacío, que no le alcanza para lo que hay, ni para lo que no hay, que es lo que más necesita. La inflación superará el 30% anual y el crecimiento del país con suerte llegará a 2 puntos.
Nicolás entró en barrena. Entrar en barrena, es el término con el que la aviación describe a una nave que cae verticalmente en una trayectoria helicoidal, generalmente como consecuencia de una falla. Los aviones antes de estrellarse, entran en barrena y así va Nicolás. El flash telefónico que realizó Datanalisis los días 17 y 18 de abril, en el que los más de 600 encuestados tenían aún el dedo entintado de púrpura, reflejó una evaluación negativa de 58,4% cuando fueron interrogados sobre el desempeño de Maduro como presidente. Pasado el tiempo el IVAD mostró resultados aún más crudos. Si las elecciones fuesen mañana, la intención de voto se inclinaría 6 puntos a favor de Henrique Capriles.
La radicalización. Lo habíamos comentado. La tendencia del gobierno apuntaría a la radicalización. La fuerza como contención, la misma fuerza que los hace débiles. En el caso del general Rivero, sorprende más la forma que el fondo. La celada fue mucho más oscura que la masmorra en la que le hospedan. La golpiza de la Asamblea no se queda atrás. Ninguno de los casos le sumaron ni medio punto al gobierno. Puertas afuera lo desprestigiaron y la oposición se ha encargado de subirle el volumen internacional al incidente. El desespero no es buen consejero. Vendrán más cosas.
El hombre esperanza. En un gabinete grisáceo y monocromático, lleno de enroques y figuras anónimas destaca Merentes como el hombre de la esperanza. En pocos días se ha reunido con representantes de diversos sectores de la Venezuela que quiere producir y les ha prometido la entrega de dólares. Nelson tiene todo en sus manos. No solo la reactivación de un país con una economía lenta e inflacionaria, sino la solución al grave problema de desabastecimiento generalizado, pero especialmente delicado en los sectores de alimentación y medicina. No inventará nada nuevo, al contrario reactivará todos los sistemas que alguna vez funcionaron como Cadivi, permutas y bonos, si se lo permiten, aunque todo indica que esta vez serán pragmáticos y no ideológicos. No por que quieran, sino porque no les queda otra.
La rueda de prensa de Mendoza. Abundan los aspectos interesantes de las declaraciones de Lorenzo Mendoza. Pero hay un aspecto implícito, que destaca por sobre todas las cosas: a Chávez no se le hablaba así, pero a Nicolás si. Ni las palabras, ni las denuncias que realizó el presidente de Empresas Polar eran posibles en la era Chávez. Horas después el fallecido comandante hubiese investido con todo. Hoy la situación es diferente. Con esa rueda de prensa, Polar recuperó los millones de dólares que invirtió a lo largo de los últimos años, para elevar el costo político de un potencial ataque directo a los intereses de las empresas. Hay que destacar la puesta en escena y la elaboración de un discurso que lo pone en una posición sólida a la hora de negociar y que le dice al gobierno que “el responsable eres tu”.
Elecciones como arroz. Las elecciones que tanta legitimidad le dieron a Chávez, llevarán a Maduro hasta la puerta de salida. Adentro del comando Simón Bolívar es casi un hecho la convocatoria de un revocatorio para los diputados rojos de la Asamblea Nacional. Es una vía rápida para lograr una mayoría parlamentaria, en una jugada delicada que bien podría valer la pena hacer. Las municipales se aceleran y podrían ocurrir durante 2013. Puertas adentro del PSUV se sabe que la cosa no van bien y que fuesen cuales fuesen los resultados serán mejor los de hoy que los de mañana. La oposición tiene algunos problemas que resolver. Las primarias en las que se eligieron a candidatos a alcaldes hoy no son legítimas, en consecuencia surgirán divisiones y conflictos en los casos en los que no se llegue a algún acuerdo. Capriles deberá ser el portaaviones de las municipales y de todos los procesos que están por venir. Las legislativas serán el proceso más importante y de esa victoria dependerá entre otras cosas un revocatorio presidencial para sacar al que podría ser para ese momento un muy poco popular Nicolás Maduro.
Capriles y la oposición. Su popularidad sube. Está en campaña constante. Es la voz de la oposición y también es la oposición. Dice que hacer y cuando hacer. Declara. Desgasta al adversario y no se desgasta él. Se sabe administrar. No se agarra todas las peleas para él. Manda a otros voceros al ring. Aparece cuando tiene que aparecer, pero cuando lo hace ataca, debilita al adversario y se retira. Ese es su trabajo. Picar como un avispón y retirarse. La oposición ahora se llama unidad y tiene el reto, hasta ahora bien logrado de continuar manteniendo la cohesión, hasta que el objetivo se cumpla. La unidad no es para siempre, es fruto de una circunstancia.
¿Agorero el análisis? No lo creo. Lo bueno viene. Lástima que haya que tocar fondo, como lo hacemos hoy. Son momentos difíciles los que vivimos los venezolanos y habrá que trabajar en conjunto, hombres y mujeres, empresas y ciudadanos, políticos de un color y de otro para construir una Venezuela que hasta hoy nadie ha visto. Ni la que fuimos, ni la que somos. Sino la que seremos.
@miguelsogbi