Lapatilla
La semana pasada escribí desde la ira. Hacerlo me curó de un hartazgo y me redimió.
Mi artículo Rodríguez Torres o la mafia boba fue polémico, especialmente entre amigos. Aunque la mayoría celebró mi empujón verbal al policía del régimen, hubo quienes me recomendaron bajar de tono. Temían que mi vida corriese peligro.
En la lucha no violenta hay que correr y asumir riesgos, uno desafía el poder dictatorial. Si me ocurriese algo en el futuro ya sabemos quien es el responsable, pero eso es lo de menos. Hemos alzado la voz y hemos desafiado a la mafia boba.
Ese sólo gesto nos libera.
El madurismo aniquila al chavismo
Pero a decir verdad, un poco para calmar la inquietud de mis amigos, debo señalar que lo que se pudo considerar como un acto de coraje y audacia no fue sino una insignificancia frente al pandemonio que se vive en el seno del chavismo.
El despelote de Maduro es apocalíptico. A tan solo un mes del fraude electoral y de la consagración usurpadora, todas o casi todas de las consignas del chavismo han sido aniquiladas.
Peor aún, sin ningún tipo de coherencia “chavista”, Maduro ha rescatado del
destierro a los condenados de Chávez y los ha afianzado en puestos claves del régimen para solventar la catástrofe. El chavismo debe estar vomitando.
Comenzado por Diosdado Cabello a quien Chávez vilipendió y execró en su momento, incluso criticando públicamente que lo hayan elegido para que presidiera la Asamblea Nacional y culminando con la resurrección de personajes como José Vicente Rangel Ávalos y Jesse Chacón (este último para sustituir al mismísimo hermano del sátrapa), muestran con claridad que los indeseables de Chávez, ahora erigidos como la insigne nomenklatura madurista, quieren imponer su revancha destrozando a quien los abofeteó en vida.
Pese a que usan y desusan el nombre de Chávez como un ardid propagandístico es notorio que su intención es arruinar la imagen del teniente coronel y pisotear aún más su legado.
La versión del complot interno de Maduro y los condenados de Chávez se afianza. Desde la enigmática enfermedad, el sospecho tratamiento, la patética aparición pública de las fotos íntimas de las hijas de Chávez (que entregó el servicio de inteligencia madurista a los medios) y las vedadas acusaciones de ineficiencia, corrupción, burocratismo, indolencia y mediocridad que le achacan sin estupor al gobierno “anterior” (como si ellos no hubiesen formado parte de él) nos permiten concluir que el madurismo trabaja atropelladamente para hacer trizas al chavismo.
Lo está logrando y en la oposición lo celebramos.
Patria socialista o muerte
Lo primero que han hecho es enterrar la consigna “Patria socialista o muerte”. La decapitaron no sólo en sus discursos, sino especialmente con su genuflexión frente a los empresarios privados del país.
Esta semana fuimos fascinados testigos de ello. La regañada pública de Lorenzo Mendoza al bobalicón de Maduro fue cinematográfica. Sólo en películas se observa algo así. Todo el país quedó inspirado y Maduro quedó desnudo como lo que es: un mequetrefe que no tiene ni idea de lo que dice o hace. Semanas antes había jurado y perjurado que no negociaría con la “burguesía”. Bueno, no sólo ha negociado, le ha hincado la rodilla. “Trabajemos juntos, el gobierno les dará todo lo que necesiten”, dijo.
Uno los escucha y quiere aplaudir por la hecatombe que eso significa entre ellos mismos. Imagino que los verdaderos chavistas deben estar mentando madres. El discurso irresponsable y ruinoso de Chávez, que nos hundió en esta severa crisis, está siendo confirmado por su heredero y sus secuaces.
Chávez vive
El giro neoliberal (híper salvaje por cierto con su paquetazo) del ilegítimo Maduro y sus ministros comerciantes de papel higiénico y toallas sanitarias es aterrador.
Maduro dice que se acabará la regaladera de viviendas y que de ahora en adelante habrá que pagarlas. Jura que hará más eficientes -ya sabemos que no lo logrará, pero al menos lo jura- las empresas del estado para que obtengan “mayores ganancias”.
Me pregunto como quien no quiere: ¿se le olvidó a este loco lo que dijo su amado supremo sobre las ganancias económicas?
El sacrilegio es perfecto. Maduro grita “¡Chávez vive!” y acto seguido lo acusa y responsabiliza de todos los males que padece Venezuela.
“Chávez vive”, pero no puede defenderse, embalsamado e inerte como está, de toda esta blasfemia. Los opositores somos nada frente al poder aniquilador que el madurismo está ejerciendo sobre el chavismo.
Lo destroza.
Escribir desde el regocijo
El Presidente Capriles tiene razón cuando señala que hay que ser pacientes y permitir que se devoren a sí mismos. El régimen madurista lo está logrando.
¡Sigue, Maduro, sigue! Ahora entendemos la imbecilidad mundial de los 50 millones de rollos de papel toilette para limpiar la cagada revolucionaria. No creemos que sean suficientes, pero al menos el efecto aniquilador que estás ejerciendo sobre el chavismo es una gran recompensa. En meses has logrado lo que la oposición no logró en casi quince años.
¡Eso sí es eficiencia!
Debo reconocer que esta semana no escribí desde la ira, sino desde la celebración y el regocijo. Por eso lanzo una postdata aclamadora: es urgida una nueva aparición del pajarito…, anda Maduro, atrévete, tú puedes, mantén la eficiencia.