El miércoles pasado, a su salida de Miraflores, Juan Domingo Cordero, uno de los nuevos dueños, con cara de mucha satisfacción declaró: “Nos han pedido que seamos muy sensatos en la transmisión de la noticia y eso es lo que vamos a hacer”.
Qué estaba queriendo decir este señor con esas palabras, fue algo de lo que, además de rumores, se tenían hechos que explicaban su contenido. Semanas atrás, cuando se estaba consumando la negociación, habían salido del aire tres producciones emblemáticas de la línea editorial del canal: “Aunque usted no lo crea”, “Usted lo vio” y el comentario del canal antes de transmitir las imposiciones propagadísticas del régimen amparadas en la llamada “Ley Resorte”. Amén de la renuncia prematura de Wladimir Villegas a la conducción del canal por no “compartir los cambios en la programación” y no tener claro el “alcance de sus funciones”.
Sin embargo, no todo estaba dicho en materia de “transmisión sensata de la noticia” hasta que Jorge Arreaza dejó claro que el compromiso era “eliminar los sectores fascistas de la pantalla”.
Una decisión política, impuesta o asumida de buen agrado por los nuevos dueños, da igual, que dejaría al país, opositor y oficialista, que encontraba en Globo una ventana democrática para la denuncia.
¿Cuáles serían esos “sectores fascistas”? Simple: los periodistas incómodos tipo Kico y muchos otros, así como los políticos que disientan del régimen, comenzando por el principal: @hcapriles.
Esta imposición hegemónica no podrá quebrar el espíritu libertario y democrático del pueblo venezolano.