Lo que le enferma a Maduro es que se sepan, se divulguen esos terribles males originados en la corrupción e ineficiencia de su ilegítimo gobierno. No soporta que los medios de comunicación informen sobre sus horrores. Frescas están las mentiras sobre la enfermedad y muerte de Chávez, de las que no tardando mucho se sabrá la verdad. El Dr. Navarrete tuvo que huir del país, perseguido, por declarar que Chávez tenía cáncer. La Globovisión de los Zuloaga, por decir verdades incuestionables, fue sentenciada a muerte cuando Maduro y Arreaza deciden que no estaría en el sistema de TV digital abierta. El llamado a Miraflores de los canales de TV privados no fue para entablar un “diálogo”, como algunos ingenuos dicen, sino para amenazarlos con quitarles la concesión si seguían transmitiendo en directo las concentraciones de Capriles, y si informaban sobre las estremecedoras cifras de criminalidad, apagones, escasez, fracaso de la Misión Vivienda, etc. Para el Ilegítimo, los medios y periodistas críticos son como la kriptonita para el viejo Superman: por eso no les dan acceso a la información oficial y ni siquiera al Parlamento, lugar donde en las democracias del mundo, está lleno de reporteros.
“Los medios son la causa de la paranoia” dice irresponsablemente la ministra de Salud, quien afirma que el problema de la AH1N1 “no es el número de muertes, sino cómo informar adecuadamente sobre la prevención”, cosa que su despacho no ha hecho: se incumplieron las metas de vacunación y la mayoría de los medicamentos que llegan de Cuba están vencidos. Reputadas ONG comoProvea y Espacio Público están demandando a MinSalud por las irregularidades encontradas en la importación de medicinas cubanas. Como hicieron con la enfermedad de Chávez, el Gobierno oculta el número de enfermos y muertes por AH1N1.
Mario Silva le dijo al G2 cubano que el débil “Nicolás está entrampado”. Se quedó corto el principal vocero mediático oficial, porque el Ilegítimo no solo está entrampado ante un país sin divisas y con pagos de deuda de $28 mil millones (capital e intereses) entre lo que queda de 2013 y el 2014, sino por su ya inocultable monomanía de culpar a opositores y medios de los efectos de su visible incapacidad para gobernar (como la acusación a CNN de fraguar un golpe de Estado contra su ilegítima gestión). La cordial recepción que el presidente Santos y las instituciones colombianas prodigaron a Henrique Capriles (saben que él fue el presidente elegido) exacerbaron en el “entrampado” signos visibles de desestabilización: No solo culpó a Santos de dar una puñalada a Venezuela y de conspirar con Capriles, si no que sostuvo públicamente que “llegó un grupo de expertos con un veneno, y están preparados para venir a Venezuela a inocularme el veneno a mí”. Por desatinos menores al descrito, no fue presidente del país Diógenes Escalante