Argentinos entre el malhumor y la furia contra la teléfonía móvil

Argentinos entre el malhumor y la furia contra la teléfonía móvil

Los usuarios de telefonía móvil en Argentina, donde hay 1,4 líneas por habitante, celebraron la decisión oficial de castigar a las compañías que presten un servicio deficiente, hartos de pagar por aparatos cada vez más sofisticados sin obtener lo elemental: hablar por teléfono.

Sonia Avalos/ AFP





El gobierno argentino publicó un decreto el jueves por el cual podrá suspender la venta y activación de líneas “con carácter preventivo a fin de evitar el deterioro grave de la calidad del servicio de telecomunicaciones”, e instó a las prestadoras a adoptar “nuevos parámetros de calidad” acordes a la evolución tecnológica.

“Al fin hacen algo, todas la empresas andan mal, se corta, no entran los mensajes, no tenés señal y cuando más lo precisás te salta la grabación que te dice ‘no está habilitado para hacer esta llamada’ y no lo tiras al piso y lo pateás porque el aparato cuesta…”, dice a la AFP Liliana González, una farmacéutica de 51 años que descarga su enojo mientras blande su móvil inteligente, por el que pagó unos 2.000 pesos (376 dólares).

Cuatro empresas brindan el servicio en Argentina, donde hay unos 58,6 millones de aparatos de telefonía móvil, según datos hasta julio de 2012 de la Cámara de Informática y Comunicación de Argentina (Cicomra), en un país de 40 millones de habitantes.

Las quejas por deficiencias en el servicio de telefonía móvil encabezan el ranking de las denuncias ante la Dirección General de Defensa y Protección del Consumidor, y representaron en 2012 el 30% de los trámites.

La frustración por las dificultades para comunicarse ha llevado a muchos usuarios a volver a la telefonía fija, que había registrado un sostenido declive desde la irrupción de los móviles con todo su andamiaje de aplicaciones de última generación.

“Tengo móvil, ¿ves? Lo uso para escuchar la radio, pero cuando quiero comunicarme gasto una moneda de 25 centavos y llamo desde un locutorio (local de telefonía pública), ahí nunca se corta”, dice con ironía Eduardo Lucero, un recolector de residuos de 44 años.

“Es táctil, inteligente, con internet, lava, plancha y seca, pero a la hora de hablar, ¡con suerte! Nos están estafando, no vendría mal que (a las empresas) las castiguen, para que no sigan vendiendo lo que no tienen”, dice Catalina Beristena, una estilista de 32 años.

Las quejas también incluyen, según las autoridades, problemas de facturación, costo, el vencimiento de las cargas aunque no hayan sido consumidas y la publicidad engañosa.

“A veces recibo a la noche un SMS que me enviaron a la mañana, no podes confiar en que estás comunicado todo el tiempo, y luego esas publicidades donde ofrecen toda clase de servicios con gente que se comunica fácilmente y sonríe… pero ¿dónde están? ¡Si la gente está furiosa con las compañías de teléfono!”, dice Teresa Ortiz, de 60 años, mientras se fuma un cigarrillo en la calle antes de regresar a su puesto como secretaria.

El ex secretario de Comunicaciones y profesor titular de Derecho a la Comunicación de la estatal Universidad de Buenos Aires, Henoch Aguiar, consideró que el problema pasa por un creciente tráfico de datos por una red que necesita actualizarse.

“Estamos caminando por unas rutas que son las mismas de 1999, pero hoy en día, atendemos 50 millones de líneas, más internet; es decir, crecieron las comunicaciones en volumen y las rutas son las mismas”, dijo.

Según datos del sector, el mercado de telefonía móvil en Argentina se reparte entre Claro (del magnate mexicano Carlos Slim), con un 35%; Personal, de Telecom Argentina (mayoría de Telecom Italia), con 33% de participación; Movistar, de la española Telefónica, con 31%; y Nextel (de la estadounidense NII Holdings), que se concentra en el mercado corporativo.