Este será un escrito difícil y largo. Pese a lo extenso, tendré que cuidar cada palabra, no puedo ni quiero herir susceptibilidades, pero el insospechado desmayo de la oposición venezolana en los últimos días me obliga.
Espero no ser incomprendido. Arriesgaré de cualquier modo, no levantar la voz en un momento tan delicado como éste puede ser suicida. Si no nos movilizamos en una misma dirección sufriremos pronto una terrible artritis histórica, seremos los minusválidos del madurismo.
Capriles: Presidente de la República Bolivariana de Venezuela
Antes que nada dejo claro mi reconocimiento y respeto al Presidente de la República Bolivariana de Venezuela: Henrique Capriles. Sí, Presidente, ni más ni menos, Presidente, quien sin ninguna duda se ha ganado a pulso el liderazgo nacional y con una determinación y entrega ejemplares nos ha conducido hasta el esperanzador punto en el cual nos encontramos.
Resplandor es la palabra que mejor retrata su presencia en el último año de la política venezolana, resplandor que en tiempos de oscuridad y duelo ha causado un insospechado furor en el país -como bien detalló Leonardo Padrón en su momento-, resplandor que nos ha devuelto la fe, y más que la fe, la convicción sobre la posibilidad cierta de salir de la catástrofe humana llamada madurismo.
Pero el resplandor y el furor que no se atizan y avivan irremediablemente se apagan.
Los asesores de Capriles
El giro histórico que le imprimió Juan José Rendón a la narrativa opositora venezolana fue bíblico. No sólo el discurso cambió, sino el análisis y su coherencia: rehabilitó la fe. Nos deshicimos de una vez por todas de los amaneramientos y artificios de un siempre sospechoso Luis Vicente León y reconquistamos el vigor de nuestros postulados independentistas: hubo hambre y convicción de cambio.
Rendón impuso antes que nada coherencia al discurso, llamó las cosas por su nombre sin remilgos ni oportunismos y llevó a Capriles a una victoria electoral que no sólo lavaba nuestro furor frente al mundo, sino que curaba nuestro resplandor frente a la historia.
No sé si fueron los compromisos internacionales o la persecución criminal que el régimen madurista ha ejercido sobre él, pero es notorio que ya el brío de Rendón no está imponiendo su pulso a nuestra política. ¿Qué pasó? Nos estamos apagando y Luis Vicente León, el gran derrotado del 14 de abril, vuelve con sus inexcusables disparates: “las elecciones presidenciales son periódico de ayer”.
Las palabras de Capriles
No tengo ninguna razón para considerar que el presidente Capriles esté agotado, ha dado muestras de sobra de fortaleza espiritual e ímpetu, pero el desdén con que está tratando el fraude electoral es angustiante. No sólo eso, vuelve sobre un discurso difuso, repleto de sofismas, excesivamente cuidadoso, que no fue el que le conocimos en la campaña y que fue el que lo hizo presidente.
Según sus propias palabras en Venezuela estamos ante un fascismo, una autocracia delincuencial, un castro-comunismo, las instituciones públicas están tomadas por un cartel de criminales, “Al Capone” Cabello nos rige, no hay independencia de poderes, se confisca de manera arbitraria la propiedad privada, la corrupción y la impunidad campean, no hay estado de derecho ni justicia, pero no obstante todo lo anterior “en Venezuela no existe una dictadura”.
La pregunta instantánea es: ¿qué hay entonces?
Capriles y la lucha noviolenta de Gandhi
El diagnóstico es fundamental para determinar el método de lucha que se empleará para erradicar cualquier cosa que se entienda que es el madurismo.
A mi juicio es una dictadura. Quizá no sea una dictadura ortodoxa (totalitaria) tan común en Latinoamérica en el siglo pasado, pero sin duda es una dictadura autoritaria (llamémosla “postmoderna”), donde el empleo de los medios de comunicación, la justicia y todas las instituciones del estado están al servicio de un autócrata y su partido -que se hicieron del poder de manera fraudulenta.
En Venezuela no sólo se violan los derechos humanos de manera general, sino especialmente por razones políticas. La oposición política es maltratada, humillada, perseguida, encarcelada y hasta aniquilada moralmente (a través de los medios de comunicación del estado, de ahí lo postmoderno) por el simple hecho de ser crítica y aspirar.
Probablemente, el gobierno británico en la India que Gandhi combatió fuese mucho más benévolo y menos malandro que el régimen de Maduro, pero eso no significa que Gandhi no haya luchado contra una dictadura que discriminaba y maltrataba a su pueblo.
Si Capriles dice que su lucha es gandhiana está reconociendo implícitamente que se enfrenta a una dictadura. Por ende, ¿qué tiene de inconveniente el reconocerla como tal y mantener un discurso y una lucha coherente ante semejante reto?
La comprensión de Capriles sobre la lucha de Gandhi, sobre su ahimsa(no violencia) y su Satyagraha (lucha, resistencia y desobediencia civil realizadas con tácticas y estrategias con objetivos ético-políticos) es inadecuada. No la conoce o la conoce de manera imprecisa.
Gandhi luchó por la verdad y lo hizo, siguiendo el ejemplo de Jesucristo, de manera activa, liderando él mismo centenares de movilizaciones y arrostrando (enfrentando) el poder arbitrario sin violencia, de manera pacífica, pero con coraje y valentía. Su fuerza espiritual cambió la historia de las luchas por reivindicaciones sociales y políticas para siempre.
Los verbos movilizar y arrostrar para Gandhi eran fundamentales.
Capriles versus Capriles
La lucha de Gandhi inspiró a varios de los espíritus más excelsos del siglo XX. Luther King, Mandela, Walesa, Havel, Suu Kyi son los referentes cruciales de la resistencia noviolenta. Todos ellos movilizaron y arrostraron el poder autoritario en sus países, no retrocedieron ni se guardaron, no cedieron a los infinitos chantajes de los déspotas que los acusaron y persiguieron. Hubo coraje y valentía, pero sobre todo reivindicación de la verdad.
La nobleza y fuerza espiritual son cualidades evidentes en Capriles. Por eso hoy es el Presidente de Venezuela (usurpado) y el líder moral de la mayoría de los venezolanos. Con una firmeza ejemplar ha logrado derrotar, uno tras otro, a las estrellas patéticas del madurismo: Maduro, Cabello, Jaua y ahora a Silva, todos han mordido el polvo ante él.
Capriles hoy sólo se enfrenta a sí mismo. Él sabe que ha salido victorioso cuando ha movilizado y cuando ha arrostrado a los usurpadores. Si es gandhiano como dice, debe saber que desmovilizar a un pueblo es fatal cuando lo que se combate es una dictadura (a menos que se decida vivir en “paz”, pero en vasallaje).
No tengo ninguna duda en señalar que el usurpador de Maduro rige al país porque Capriles con astucia lo ha permitido (había que permitir que Maduro y sus secuaces se autodestruyeran, lo malo es que están destruyendo todo a su paso). Además, intenta evitar un triste derramamiento de sangre. Pienso que con su paciencia ha hecho lo correcto hasta ahora dando una lección de intuición e integridad políticas. Pero no ha sido suficiente. La verdad no se ha reivindicado y no sucederá a menos que se movilice.
Capriles tendrá que enfrentarse a sí mismo y decidir frente al espejo. ¿Qué haría Bolívar, Sucre, Miranda, Páez o Gandhi ante una situación como la que él vive.
La Verdad venezolana no es “periódico de ayer” y semejante asesor jamás habría sido contratado por los inquebrantables “radicales” que le dieron libertad a Venezuela y al mundo. La Verdad es la auténtica causa de la lucha, lo demás es secundario o accesorio y cualquier actividad -entre ellas las municipales-sólo deben estar al servicio de ella.
El furor nacional en esta hora difícil está invocando la Verdad y espera por el resplandor de su líder para reivindicarla. El camino está trazado, forcémonos todos a seguirlo sin pausas ni espejismos.
Capriles, Comandante en Jefe de Venezuela, no nos distraigamos, estamos contigo, que la verdad no se apague: movilicemos, arrostremos, sigamos…
@tovarr