La muerte de tres cazadores de tornados la semana pasada mientras perseguían una tormenta en Oklahoma (EEUU) ha reavivado el interés público por esta temeraria profesión, antaño reservada a unos pocos veteranos y que en los últimos años se ha abierto a curiosos y amateurs.
Marc Arcas/EFE
Tim Samaras, de 55 años y uno de los decanos de la profesión, falleció junto a su hijo Paul, de 24, y su colega Carl Young, de 45, cuando el tornado del que creían haber previsto la ruta viró bruscamente hacia la carretera por la que los tres circulaban a bordo de un Chevrolet Cobalt, y quedaron atrapados por la tempestad.
“Los tres eran amigos míos. El jueves asistí a su funeral”, explicó en una entrevista con Efe Jeff Piotrowski, cazador de tormentas desde hace más de treinta años.
“Durante los últimos años se ha producido una banalización de los tornados, lo que ha llevado a muchos curiosos sin preparación a acercarse a las tormentas y poner en peligro su vida y la de terceros”, admitió.
Aunque no está probado que influyese en el accidente de Samaras y su equipo, el tornado de Oklahoma atrajo a multitud de cazadores de tornados amateurs, lo que, según testigos visuales, convirtió los caminos y carreteras de la región en verdaderos embudos de tráfico.
Estos “curiosos”, al igual que los veteranos, acuden al lugar donde está previsto que rompa una tormenta para tomar fotografías, medir la intensidad del viento y otras variables o sencillamente vivir una experiencia al límite, pero sin apenas conocimientos de cómo deben actuar ni de qué prevenciones deben tomar.
“Recientemente ocurrió algo impensable hace unos años”, indicó a Efe otro experimentado cazador de tornados, Warren Faidley, popular periodista y perseguidor de tormentas desde hace dos décadas: “un niño tomó una fotografía de un tornado con su teléfono móvil y la mandó a sus amigos con el texto ‘¡Mirad, estoy en un tornado!’. Para cuando éstos le respondieron, había muerto”.
Según Faidley, resulta imposible saber a ciencia cierta dónde perdió el joven el miedo hacia los tornados, aunque apuntó a la proliferación de programas televisivos sobre cazadores de tornados como una de las causas posibles.
“En la televisión, esto se glorifica, y rara vez te muestran la otra cara, la de qué sucede cuando un tornado te atrapa”, indicó Faidley, quien aunque aseguró que “no es la intención” de estos ‘shows’ hacer perder el miedo a la gente, “desafortunadamente, así es como funciona”.
Precisamente, el veterano Samaras y su compañero Young habían protagonizado varias aventuras en el más popular de entre estos programas, “Storm Chasers”, emitido por el canal Discovery Channel desde 2007.
Ya sea para tomar imágenes asombrosas o para medir variables científicas, lo que mueve a los veteranos cazadores de tormentas no es el dinero: “Me fascina no saber qué vas a encontrarte. Cuando te levantas por la mañana, nunca sabes lo que vas a ver: puede que nada o puede que lo más increíble que has visto en tu vida”, se sinceró Faidley.
“He vivido 310 tornados durante veintitrés años. No puedes controlar a la madre naturaleza, no puedes preverla, tienes que aprender a vivir con ella. Eso es lo que me apasiona”, coincidió con su colega Lanny Dean, propietario de “Extreme chase tours”, empresa de Oklahoma dedicada a organizar expediciones con científicos o curiosos a la caza de tornados.
“Que cada vez más gente se acerque a este tipo de actividades es una espada de doble filo. Para mí, la parte buena es que más interés del público ha supuesto un empujón para el negocio”, indicó el empresario, quien organiza “tours” de seis días a 27.000 dólares por cabeza para grupos de 4 o 5 personas.
“La parte mala es que ha llevado a mucha gente a llenar las carreteras a la caza de tornados, gente sin educación en esto, sin experiencia ni conocimiento, lo que resulta peligroso para ellos y para veteranos como Tim, Paul, Carl o yo mismo”, añadió.
Los tornados son fenómenos naturales de una fuerza imprevisible, lo que hace temer hasta a los “cazadores” más experimentados: “Claro que paso miedo a veces, pero a lo que he aprendido es a mantenerme lejos de esas situaciones en las que temo por mi vida”, concluyó Faidley, quien no tiene hijos pero sí una novia que sale con él a “cazar” tornados ocasionalmente. EFE