Hace meses asistí a una sesión especial del Parlamento Latinoamericano en la cual Pedro Calzadilla, entonces ministro de Cultura, era el orador de orden. Como quiera que en estos años muchos viejos amigos que están en el gobierno ahora me odian, al punto de que hasta el saludo me niegan, fui muy cauto en ese encuentro para evitar un rato desagradable.
Pero ¡oh sorpresa! Pedro se acercó con deferencia y nos saludamos con gran afecto. Como tocaba a dos viejos amigos, compañeros de lucha. Nos conocemos desde hace más de treinta años cuando el ahogo financiero se impuso a las universidades a comienzos de los ochenta y ambos eramos jóvenes, estudiantes y soñadores de la UCV. Le recuerdo participando activamente en las luchas universitarias por un presupuesto justo. Asistiendo a asambleas, marchas y protestas de todo género para poner su talento, inteligencia y cultura al servicio de la defensa de la autonomía universitaria.
Pedro no es el primero ni será el último, pero es duro verlo ahora formando parte de un gobierno que desprecia la universidad autónoma. Encabezando a quienes desconocen el valor de la lucha universitaria. Haciendo de cancerbero de la mediocridad de un régimen que criminaliza, desvirtúa y agrede nuestra protesta. Sumando maldad para desconocer a la verdadera dirigencia sindical que nos representa. Acusando de “derecha” a la universidad progresista y plural que lo formó y -debo decirlo- lo consintió como a pocos. Desconociendo las “Normas de Homologación” por cuyo respeto luchó y se benefició en sus días de docente.
Pedro sabe que en la actualidad un Instructor a Dedicación Exclusiva percibe un salario de 3.335 bolívares mensuales (unos 130 US$, al precio real de la divisa). Que un Profesor Titular, con la misma dedicación recibe un salario de 7.232 bolívares mensuales unos (290 US$). Que son salarios miserables. ¿Qué hizo cambiar a Pedro?