La joven Yaritza Oliva, de 20 años, vive con sus padres y desde hace poco padece esa extraña afección. No puede controlarla, y no entiende qué es lo que le sucede: si las lágrimas tradicionales aparecen cuando una persona se emociona, las lágrimas de sangre no desaparecen de la cara.
La joven pensaba que se trataba de un caso extremo de conjuntivitis, una infección o incluso un estigma, informa la cadena Canal 24 Horas. Su madre la llevó a un hospital local, donde solamente le dieron unas gotas para mitigar el ardor y aconsejaron a esperar a un oftalmólogo que visita el centro esporádicamente.
Más información en Actualidad RT
Video cortesía Actualidad RT