La conmemoración de los 192 años de la batalla de Carabobo y día del ejército celebrada ayer en el campo de Carabobo fue quizás la mayor demostración pública de la puja que han tenido Nicolás Maduro y Diosdado Cabello en su lucha por el poder total dentro del PSUV y sus diferentes apéndices institucionales, uno de los cuales, desafortunadamente, pareciera ser nuestra fuerza armada nacional. Por primera vez desde que tengo memoria el parte del desfile no se le dio al COMANDANTE EN JEFE DE LA FUERZA ARMADA NACIONAL, sino al presidente de la Asamblea Nacional, el Teniente Cabello.
Al inicio del desfile todo parecía encuadrar en la estética y estilo del PSUV, usando y abusando de la imagen del ex presidente al extremo que un desprevenido observador pudiera pensar que había comandado la batalla de Carabobo en lugar del General en Jefe Simón Bolívar.
Montado en un convertible americano se veía la figura gorda y sudorosa de Nicolás Maduro, quien saludaba con los brazos alzados. A su lado la primera combatiente de la revolución, Cilia Flores con un traje de diseño color pastel, típico atuendo de gala para celebraciones que se realizan de día. Una vez instalados en el palco de honor, se acercó un tanque de guerra del cual sobresalía la figura del Teniente Coronel Jiménez Villegas, quien para sorpresa de todos, menos de Cabello y no sabemos cuántos generales amigos del teniente, solicita permiso al “jefe de Estado” para dar al presidente de la Asamblea Nacional el parte del desfile. La cara de Nicolás denota frustración y rabia mientras el oficial se dirige al Teniente Cabello y comienza a dar el parte… ¿Imaginan ustedes que semejante escena pudiera ocurrir en el gobierno de Hugo Chávez, Rafael Caldera o cualquier presidente anterior? Este evento es completamente anormal y denota que algo raro está ocurriendo al interior del PSUV, donde al parecer las líneas de mando no son las establecidas en la Constitución sino que vienen dadas por el poder de fuego, dinero, influencia o capacidad de movilización de cada grupo, entre otras.
La presencia del Comandante en Jefe durante los actos que celebran las fechas patrias sirve precisamente para demostrar ante el país y el mundo quien detenta el poder civil y militar. El simbolismo y el protocolo son claves en el ejercicio del poder y ningún presidente legítimo en la historia contemporánea había demostrado tal debilidad en un acto tan importante como la celebración de la batalla de Carabobo. Es sintomático y grave el deterioro al que ha llevado Nicolás Maduro la institución de la presidencia.
La respuesta de Nicolás ante la afrenta no se hizo esperar y lanzó un incendiario discurso contra la corrupción, punto débil de Cabello y su grupo de vampiros, de acuerdo a lo expresado por el espía Silva, llegando a aclamar: “pido combatir la corrupción porque nos va a tragar la patria”… extraño discurso, cuando en esa fecha patria lo que indicaba la ocasión era resaltar los logros militares e intentar buscar un paralelismo entre la épica de Carabobo y la del 4F, tal cual lo hizo el todavía Comandante del Ejército, Carlos Alcalá Cordones –en flagrante violación del artículo 328 de la Constitución. Pero no, Nicolás necesitaba asestar un golpe de opinión a su compañero adversario y por ello se atrevió a nombrar la soga en casa del ahorcado. Recuerden que a raíz de la detención del funcionario del SENIAT, Cabello declaró que la lucha contra la corrupción no podía convertirse en una cacería de brujas.
¿Por qué se dio esta demostración pública tan atípica, por decir menos, entre los principales protagonistas del oficialismo? Creo que lo que se encuentra como telón de fondo son los ascensos militares de julio, donde por primera vez se constituirá un alto mando sin Chávez. Maduro al atacar la corrupción, comenzando precisamente por el SENIAT, parece intentar disminuir el poder de Cabello y a éste último no le queda otra que jugársela ahora que todavía tiene poder e influencia designando un alto mando que le garantice lealtad y su permanencia en la presidencia de la Asamblea Nacional hasta enero próximo. El ajedrez dentro del PSUV se mueve silencioso pero peligrosamente, mientras que el país pareciera militarizado y detenido económicamente. Los altos dirigentes del PSUV invierten horas en mantener y ampliar cuotas de poder mientras que el pueblo ve como se deteriora su calidad de vida, con una inflación que no discrimina y una escasez que golpea precisamente en los llamados bienes de primera necesidad.
En los próximos dos meses veremos cuál es el desenlace de la batalla por el poder total dentro de las fuerzas armadas con el tema de los ascensos. Es altamente probable que terminen pactando y que cada grupo mantenga importantes cuotas, pero el ridículo que le hicieron pasar a Maduro ayer pasará a la historia y sin duda es una raya más a la supuesta armónica relación que mantienen ambos personajes. Como decía el comandante supremo: el que tenga ojos que vea.
Carlos Valero
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