Alberto Franceschi: Los Déspotas y sus Bomberos

Alberto Franceschi: Los Déspotas y sus Bomberos

Los  más pesimistas opositores dicen que el gobiernito de Maduro se está consolidando. Pasan los días y algo hace,  aunque  se le está viniendo encima la estantería  aunque  no le falta incluso la solidaridad de chulos y oportunistas de toda laya, que Maduro conoce desde sus tiempos de mandadero de la Cancillería  de Chávez.

María Corina  admite que los gobiernos democráticos del continente nos están traicionando. Aunque eso es solo mitad cierto, porque los Estados con los que tenemos relaciones normales,  desde hace décadas,  han tenido de parte de la oposición venezolana,  solo la noticia que el gobierno chavista ganaba limpiamente las elecciones, hasta esta última vez,  que dijimos que desconocíamos el gobierno, pero que igual seguimos dentro de las instituciones del régimen, incluso preparándonos para las nuevas elecciones de diciembre.

La primera verdad que ha de admitirse es que el gobierno de Maduro está en pie porque la oposición dirigida por el señor Capriles,  no solo lo legitima de hecho, al corresponsabilizarse con el, dirigiendo un estado de la república y sosteniendo una postura parlamentaria de cohabitación en la Asamblea Nacional, sino que ya veremos cómo progresivamente empezará a llenarle la cabeza a la gente con cucaracha molida, sobre que habrá que esperar a las elecciones de 2019. Total él es joven y puede esperar, dicen los a áulicos del sifrinaje.





Por eso es que  es débil  el argumento sobre que nos están traicionando los gobiernos del continente, creo apenas se está sacando es una deformada  conclusión,  por cuanto tal desentendimiento de todos respecto a  nuestra suerte, es más bien el estricto reflejo de lo que se generó como conclusión lógica desde aquel 17 de Abril  cuando el señor Capriles, representando la dirección de la MUD,  asumieron que esta batalla contra el fraude masivo se hará mandándole papelitos  a las instituciones  del Estado chavista y dando unos viajecitos para  hacer sentir nuestra protesticas en el ámbito diplomático.

Les tengo la mala noticia a nuestros  viajeros,  que serán recibidos educadamente en muchos sitios pero no les dirán  la íntima reflexión de cada  uno de los interlocutores que en privado cavilan: “ ¿ y estos pobres infelices creen que se quitarán de  encima esa crápula de régimen no arriesgando más allá de unos titularcitos mediáticos?

Mucha gente saco la más lógica de las conclusiones: el 17 de Abril era la situación ideal e impostergable para imponer el artículo 350, que consagra la legitimidad de la sublevación general, para hacer respetar  la constitución menoscabada. Pero para asumir la restitución de la soberanía popular se requiere de un verdadero liderazgo dispuesto a asumir riesgos básicos y eso es lo que nuestra oposición gallina rehúye como  a la peste.

Nunca he defendido andar invocando la tesis de hacer valer un artículo de la Constitución, como el 350,  para imponer  los derechos desconocidos olímpicamente por la casta gobernante,  porque  más  bien parece una batalla  semántica donde aquel que sea más coherente debería tener razón, pero ocurre que en la lucha política lo que cuenta es sobre todo  la capacidad y fuerza para imponer esa razón.

Miren los ejemplos de Turquía y Brasil de las últimas dos semanas,  para  ejemplificar aquella máxima  sobre que  nadie puede ganarle a pueblos decididos a pelear. Pero para eso se necesitan dirigentes que les convoquen a la calle cuando sea inapelable e inaplazable la necesidad de hacerlo y aquí lo era de forma magnificente ese 17 de abril, cuando  la dirección se chorreó y dejó pasar  esa  impresionante  oportunidad para mandar al cipote al gobierno y al régimen fraudulento e ilegitimo.

Ahora tocará esperar a que se reúna un concurso de circunstancias para  visualizar de nuevo esa ventana de oportunidad, para ver manifestarse toda la rebeldía popular contenida.

Muchos dicen que  la economía hará estallar todo porque la moneda  está llevando a la ruina masivamente a empresas  y  familias,  a patronos y trabajadores.

Se acerca el trueque soñado por Chávez, la barbarie  asomará su hocico, la  parálisis consume todo,  la cadena de pagos y de compra-venta se  revienta. No me cabe la menor duda que vendrá otra oportunidad para dirimir en las calles  la suerte de esta república que ha sido llevada al degredo.

Me pregunto  sencillamente si en esa fecha, donde de nuevo todo esté en juego,  el señor Capriles volverá a mandar la gente para su casa, para que  esperen a su hipotética e ilusa elección en 2019.

Ya desataron los demonios electoreros,  se nos dice que lo más importante es derrotar al régimen en esas elecciones municipales de diciembre.   ¿Votamos o no votamos? … Me parece una discusión  para imbéciles. Voten  los que quieran,  eso nada cambia. Lo único que podía cambiar a fondo  todo esto era la elección presidencial que se ganó y se dejó perder por cobardía, por temerle  a las muchedumbres en la calle que son mil veces más sabias que cualquier pequeño mesías que se considere propietario de la palanca de retroceso. Dime quien controla la calle y sabré quien tiene el poder.