Una bicicleta hecha de cartón reciclado, resistente al fuego y al agua y que puede soportar hasta 136 kilos. Y que funciona. Es ‘The Cardboard Bike’, el invento de Izhar Gafni, un ingeniero mecánico israelí y aficionado a las bicicletas. Varios compañeros de profesión le dijeron que eso era imposible de hacer. Meses más tarde presentó el prototipo ya acabado y, ahora, busca hasta dos millones de dólares (1,53 millones de euros) para iniciar su producción masiva.
Gafni se inspiró cuando vio que un hombre había construido una canoa con este material. “¿Por qué no hacer una bicicleta de cartón?”, se preguntó en ese momento. Coge el material reciclado, construye la bicicleta y la cubre con un revestimiento exterior de protección. “La idea es como el origami japonés”, explica la técnica en el vídeo de presentación.
Una bicicleta que es sostenible con el medio ambiente pero que también quiere ser barata para el usuario. Pese a que ahora una bicicleta de cartón para adultos le cuesta 220 euros al cliente, su intención es que acabe valiendo entre 45 y 70 euros, dependiendo de las características y los complementos.
En busca de recursos
A través de la plataforma de ‘crowdfunding’ Indiegogo, Gafni inició el pasado 25 de junio una campaña para encontrar a pequeños mecenas que colaboren económicamente hasta llegar a los dos millones de dólares. El objetivo es su producción a gran escala. Se pueden hacer donaciones de entre un dólar hasta 15.000 (de 0,7 euros a 11.490). A partir de los 220 euros (92 para la versión infantil), los donantes recibirán un ejemplar. Hasta el momento ya tiene aseguradas la venta de 49 bicicletas.
Ya ha montado junto a sus dos compañeros la empresa para comercializar el invento: Cardboard Technologies. “Podemos ver un futuro donde el transporte sea más respetuoso con el medio ambiente y donde más gente pueda acceder a él”, aseguran en su página web. “Somos idealistas, y estamos orgullosos de ello”.
Precedentes
Conseguir dos millones de dólares, pese a ser complicado, no parece una idea descabellada. Las plataformas de ‘crowdfunding’ están resultando cada vez más útiles y antes ya ha habido multimillonarios proyectos de micromecenazgo. Es el caso, por ejemplo, del Pebble Watch, un reloj que se sincroniza con el móvil. Su meta eran unos humildes 100.000 dólares (76.000 euros) y acabó recolectando más de 10 millones. O la película Veronica Mars, basada en la serie con el mismo nombre, que se propuso recoger también dos millones de dólares y legó hasta los 5,7 millones (4,3 millones de dólares).