El Vaticano protagonizó el viernes una jornada histórica con la publicación de la primera encíclica del papa argentino Francisco y el anunció de la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, dos pontífices que marcaron la historia de la mitad del siglo XX.
Los dos papas serán proclamados santos en el curso de una única ceremonia que será programada para antes de fin de año, pero cuya fecha aún no ha sido fijada.
El primer papa polaco de la historia, Karol Wojtyla – quien reinó de 1978 al 2005 – será proclamado santo en un plazo récord, tan solo ocho años después de su muerte.
“En el corazón de los católicos era ya considerado como un santo”, declaró emocionado el monje mexicano Jesús Manuel, interrogado por AFP-TV en la plaza de San Pedro.
Juan Pablo II, que visitó en numerosas ocasiones América Latina, será canonizado por haber intercedido en la curación milagrosa el día de su beatificación en 2011 de una mujer de Costa Rica, de unos 50 años, que padeció un aneurisma cerebral, el segundo milagro que la Iglesia le atribuye.
La canonización de Juan Pablo II, que reinó 27 años, entre los más largos de la historia, responde al pedido de la multitud que durante sus funerales pedía a gritos “santo subito” (“que sea proclamado santo inmediatamente”).
Pero el papa argentino, que rompe moldes con su estilo directo y sencillo, sorprendió a los católicos al decidir canonizar también a Juan XXIII, cuyo estilo simple y humilde ha servido claramente de inspiración a Francisco.
Como Juan XXIII, Francisco acaricia niños, abraza enfermos, rompe el protocolo, improvisa discursos y habla con los no creyentes con respeto y de igual a igual.
Por ello no ha sorprendido que Francisco decidiera este viernes de forma poco tradicional -aunque las normas canónicas lo establecen como una prerrogativa del pontífice-, que Juan XXIII sea canonizado aún sin que la Congregación para la Causa de los Santos comprobara un segundo milagro después de su beatificación.
Conocido como “el papa bueno” por su simplicidad y afabilidad, Juan XXIII (1881-1963) es considerado como el padre de la renovación en la Iglesia católica por haber lanzado e inaugurado el Concilio Vaticano II en 1962, que modernizó a la milenaria entidad.
“Su intervención dentro de la Iglesia marcó una época”, comentó un seminarista.
Como su guía, Francisco ha cosechado una sorprendente popularidad en todo el mundo mostrando el rostro humilde de la Iglesia, mientras prepara una revolución pacífica dentro de la desacreditada Curia Romana, el gobierno central, un reto que marcará su pontificado.
Según fuentes religiosos citadas por la agencia católica i.media, con la decisión de santificar a los dos papas en una única ceremonia, Francisco quiere “relativizar” el papado de Juan Pablo II, el cual ha sido cuestionado en los últimos años por su actitud frente a la pedofilia y a los escándalos de corrupción y blanqueo dentro del banco del Vaticano y el encubrimiento de los abusos del mexicano Marcial Maciel, el fundador de los Legionarios de Cristo.
Como señal de continuidad y el mismo día del anuncio de la proclamación de los dos papas santos, Francisco firmó su primera encíclica, elaborada en buena parte por su predecesor, Benedicto XVI, quien renunció en febrero al papado.
En ella analiza la crisis de valores de la sociedad moderna e invita a entender la fe como luz y esperanza en un futuro.
Con el título “Lumen Fidei” (La luz de la fe), escrita como él mismo reconoció “a cuatro manos” con Benedicto XVI, el papa argentino defiende la fe en los tiempos modernos y el papel de la familia tradicional.
En uno de los cuatro capítulos, Francisco escribe que “la familia fundada en el matrimonio, entendido como la unión estable de un hombre y una mujer”, “nace del reconocimiento y de la aceptación de la bondad de la diferenciación sexual”.
Paralelamente al crudo pesimismo de Benedicto XVI, refinado teólogo, Francisco alimenta en la introducción y la conclusión el optimismo, convencido de que gracias a la fe se fomentan los lazos entre los hombres para defender la justicia, el derecho y la paz.
La primera encíclica de la historia del catolicismo escrita por dos pontífices vivientes tiene como objetivo responder a la objeción de muchos contemporáneos de que la fe “ya no sirve para los tiempos nuevos” .
Como gesto de reconocimiento y aprecio hacia el tímido papa emérito que reside dentro del Vaticano, Francisco lo invitó en la mañana a la ceremonia de consagración del Estado del Vaticano a San José y a San Miguel Arcángel.
Ambos se fundieron en un abrazo al encontrarse en los jardines del pequeño Estado, según informó el Vaticano sin divulgar nuevamente imágenes de los dos papas.
AFP