El poeta francés Alphonse de Lamartine decía que “la casualidad nos da casi siempre lo que nunca se nos hubiere ocurrido pedir”. A Carmen Teresa Meléndez nunca le pasó por la cabeza que sería militar, pero la visita a su colegio de una campaña de captación militar, hace más de tres décadas, la condujo a una carrera histórica: se convirtió el 3 de julio de 2012 en la primera mujer que asciende al grado de almirante en Venezuela y este viernes asumió la titularidad de la cartera de Defensa. AVN
Era un joven barinesa de 18 años de edad cuando un teniente de fragata llegó a su colegio en búsqueda de estudiantes que quisieran ingresar en la Armada. “Nosotras dijimos: ‘Eso es para hombres, ¡vámonos!”, cuenta la almiranta. Animada con otras cinco compañeras por la aventura de ir a la playa y visitar Caracas, se decidió a viajar a la Escuela Naval, en Catia La Mar, estado Vargas. Sólo dos muchachas, incluyendo a Meléndez, superaron la semana de pruebas.
Tras cuatro años de estudios y 28 de servicio, a Meléndez “casi le da un infarto” cuando el presidente Hugo Chávez, comandante en jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), la llamó para comunicarle que sería nombrada viceministra de Educación para la Defensa y pasaría a ser almirante.
“(Para) cualquier oficial que se gradúe en una academia militar, su máxima aspiración es tener el grado de mayor jerarquía dentro de la Fuerza Armada. En este caso, como mujer, y como hemos sido pioneras, hemos vivido tanto y hemos pasado por tantas cosas, llegar a esto es el orgullo más grande que tengo”, expresó.
Las pioneras
Meléndez formó parte de la segunda cohorte de la Escuela Naval que incluía mujeres. La primera había ingresado en 1979 (en el caso de la Aviación, fue un año antes). La oficial relata que la experiencia, al principio, fue fuerte porque los hombres debían acostumbrarse a la presencia de las nuevas compañeras. En una carrera considerada “de hombres”, las mujeres eran vistas como “intrusas”.
“A medida que pasó el tiempo, todo se fue acoplando y en todos los años había personal femenino. Fue como si estuviese en una universidad”, recuerda Meléndez. Además, a la hora de las rutinas de ejercicios y entrenamiento, el trato era igualitario: “Si todos brincaban, todos saltaban, todos hacían deporte, lo teníamos que hacer”.
El buque de transporte T-63 “Goajira”, que para la época había llegado recientemente de Corea del Sur, le brindó a Meléndez la primera experiencia a bordo de una embarcación militar. Pero la oportunidad otorgada a aquellas pioneras fue pronto limitada en la vida profesional: se les impidió continuar la carrera de oficial comando. “No queremos más mujeres en los barcos”, les dijeron.
“Al no darnos comando, al bajarnos de las unidades -a las de la Aviación no las dejaron ser pilotos- nos coartaron el derecho que teníamos como todo oficial que se gradúa en la Academia, que vimos las mismas materias, que cumplimos con todos los requisitos para ser oficiales de comando”.
De las 40 féminas que entraron a la Escuela Naval con la almirante, en 1984 sólo se graduaron cuatro. Los nuevos ingresos de mujeres se detuvieron en 1987 y no sería hasta el año 2000 cuando volverían a ser aceptadas en las filas castrenses.
Actualmente, la presencia femenina en las promociones de cadetes se ubica alrededor del 26% de los estudiantes, detalló Meléndez. A hombres y mujeres por igual se les permite cumplir con el patrón de carrera como oficial de comando. De hecho, la Armada cuenta hoy en día con una vicealmirante, mientras que en la Aviación ya hay cuatro generalas de división (que equivalen a vicealmirantes).
Larga carrera
Administración y Logística Naval fue la especialidad que eligió Meléndez. Cuando le negaron la oportunidad de seguir a bordo del T-63, pasó a ser comandante del pelotón femenino de la Escuela Naval. Ahí pasó dos años y medio como oficial de planta y después volvió a la Comandancia de la Armada, donde fue jefe del departamento de aduanas y del departamento de compras.
Justo antes de pasar a ser viceministra de Educación para la Defensa, la Magíster en Finanzas se desempeñaba desde hacía un año como comandante de personal de la Armada. También fue comandante naval de Educación durante año y medio, donde trabajó en conjunto con el viceministerio que hoy encabeza.
Se trata de la tercera vez que presta servicios al Ministerio de la Defensa. Dedicó siete años de su vida a la administración pública y laboró en el Ministerio de Finanzas, donde llegó a ser Tesorera Nacional en 2003, colaboró en la creación del Fondo de Desarrollo Nacional y del Banco del Tesoro.
Ejemplo de dedicación
Meléndez tiene tres hijos de 27, 22 y 15 años. Los dos mayores son periodistas, mientras que el menor está en bachillerato y siente cierta curiosidad por la carrera militar, pero no se ha decidido todavía por la profesión que elegirá.
A pesar del tiempo que puede consumir la carrera militar, la almirante valora más la calidad de la relación que ha construido con sus hijos, su esposo desde hace 26 años (el almirante retirado Orlando Manigilia, ex ministro de la Defensa) y el resto de su familia.
“Uno duerme con el teléfono en la mesita de noche porque no sabe en qué momento lo pueden llamar, y uno tiene que estar siempre localizable y atento ante cualquier llamada”, dice.
Este viernes 5 de julio, el presidente de la República, Nicolás Maduro Moros, la ascendió al cargo de almirante en jefa de las Fuerzas Armadas, quien además fue designada como ministra para la Defensa.
Esta designación del Jefe de Estado es histórica, pues por primera una mujer es ascendida al más alto cargo militar de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y como ministra de la Defensa.
Hasta este viernes Meléndez se desempeñó como ministra para el Despacho de la Presidencia y Seguimiento de la Gestión del Gobierno.