Los sucesos de Egipto, la película sobre las aventuras de Edward Snowden, la viajadera de Maduro, los ascensos militares, la designación de los nuevos mandos, el tragicómico desfile del 5 de julio, el protagonismo de la Guardia Nacional en la masacre de Falcón, además de las crecientes cifras rojas en materia de seguridad y economía, todo en una semana, muestran a un pobre país pobre sin conciencia de la magnitud de nuestra realidad.
Una de las cosas que más me llama la atención, es que no se habla del tráfico ilegal de drogas, de Venezuela como depósito y país de tránsito, ni del crecimiento del consumo gracias al “buhonerismo” de calle y, mucho menos, de la influencia de las drogas en el creciente índice de criminalidad existente. Informes de los organismos más calificados del mundo, señalan verdades irrefutables sobre la presencia venezolana en las actividades del narcotráfico internacional.
Sin embargo, ni al gobierno ni a la oposición pareciera interesarles el tema. No se habla, no se menciona, no se investigan a fondo las actividades correspondientes y mucho menos a los supuestos o reales protagonistas que han proyectado ante la comunidad internacional a nuestro país como un narcoestado. Ya ni siquiera pareciera importante la situación de la frontera colombo-venezolana, ni la cantidad de ilícitos que caracterizan la vida normal de esas poblaciones.
Tampoco se toca a los oficiales de nuestras fuerzas armadas señalados internacionalmente como protagonistas. ¿Qué será de la vida de Mackled, del juicio y de sus denuncias concretas?
El trafico ilegal de drogas, en el país y con relación al continente y al mundo, aumentó desde que el gobierno nacional centralizó el control y administración de puertos, aeropuertos, carreteras y autopistas, despojando a gobernaciones y alcaldías de competencias exclusivas, constitucionalmente asignadas a ellas. ¿Por qué y para qué?
El domingo nos enteramos de la deportación desde Colombia a Italia de Roberto Pannunzi, uno de los mayores traficantes de cocaína del mundo. Fue capturado en operación conjunta entre la policía colombiana y la DEA.
¡Los documentos de identidad eran venezolanos!