El Plan PROCER tiene como propósito de controlar las elecciones venezolanas. El proyecto fue elaborado en secreto en Cuba por ingenieros de sistemas y comunicaciones alemanes y chinos, bajo la jurisdicción del G2.
Luego del triunfo de Chávez en diciembre de 1998, se decidió dar los primeros pasos para activar el “Plan Rojo de Control de Elecciones Revolucionarias”, mejor conocido como “Plan PROCER”. La operación tenía dos niveles: uno político para reemplazar al Consejo Supremo Electoral por un organismo adecuado a sus planes que garantizara el control total y uno técnico sustituyendo a INDRA por una empresa dócil que pudieran controlar fácilmente. El plan requería el control de la red de comunicaciones nacional, por lo que también era necesario nacionalizar a la CANTV.
El plan incluía una operación de contrainteligencia a través de una organización creada dentro de la oposición para anular la eficacia de las críticas hostiles. Este grupo de infiltrados produciría información a favor del nuevo sistema electoral para confundir a los adversarios. Por la naturaleza e implicaciones de esta tarea, la misión debía ejecutarse en el mayor secreto, sin que la oposición, el árbitro electoral o los futuros suplidores del nuevo sistema conocieran los detalles secretos que permitirían el fraude.
El proyecto original fue elaborado en secreto en Cuba por ingenieros de sistemas y comunicaciones alemanes y chinos en la empresa estatal Copextel. Esta corporación cae bajo la jurisdicción del G2 y la supervisión directa de Ramiro Valdés. La presencia del tenebroso cuerpo de inteligencia implicaba que su desarrollo en Venezuela se haría dentro de un ambiente misterioso de confidencialidad propio de estas organizaciones. Esto hizo necesario rodear ciertas áreas sensitivas por una espesa capa de ocultamiento impenetrable a los usuarios venezolanos, incluyendo a los técnicos e ingenieros de la empresa instaladora.
Dado que el plan se iba a ejecutar fuera de Cuba, bajo tutela venezolana, era inevitable designar al menos a un alto funcionario político venezolano y varios ingenieros y militares locales, de absoluta confianza del gobierno, para realizar actividades indispensables. El alto funcionario del gobierno debía tener acceso al más alto nivel político y formar parte de la directiva del árbitro electoral. Esta persona sería la bisagra entre la empresa local a ser seleccionada y los cubanos encargados del proyecto. Los ingenieros criollos se encargarían de elaborar las especificaciones de la licitación, analizar las ofertas, hacer las coordinaciones técnicas y la supervisión de la instalación, siguiendo instrucciones cubanas. Una vez instalado el sistema, se encargarían de operarlo. Los militares de confianza servirían de enlace y facilitadores con el Plan República.
En 1999, mientras la Constituyente hacía su trabajo, el G2 estuvo muy activo tratando de identificar a los candidatos para estas posiciones claves en Venezuela y para seleccionar secretamente a la empresa adecuada para coordinar la instalación del nuevo sistema. Este fue un proceso delicado y complejo que se simplificó gracias a ciertas circunstancias favorables que facilitaron la elección tanto de las personas participantes como de la empresa.
Dadas las características especiales del proyecto, era indispensable que la empresa aceptara una serie de requerimientos muy extraños que se salían de la rutina normal. Una empresa trasnacional seria y bien establecida, como INDRA, no aceptaría suspicaces requerimientos. Por ello, la empresa a contratar tendría que ser pequeña, con poca experiencia, dirigida por jóvenes sin mayor experiencia que necesitaran financiamiento y apoyo técnico externo. Con estas extrañas condiciones, el plan se vio rodeado de una atmósfera de intriga y misterio desde el inicio. Esos recelos lo han acompañado hasta nuestros días y no desaparecerán hasta que no se cambie el sistema actual. En el próximo artículo describiré la historia de cómo fue seleccionada la empresa SMARTMATIC.
@GenPenaloza