En el presente, mucho mas de la mitad del país, extraña los productos que en el pasado reciente formaban parte del mercado cotidiano, ese mismo porcentaje o quizás un poco mas, preocupado porque cuando no es el hampa desbordada, quien los acecha, son los militares que ahora abren fuego a discreción, disparando primero y preguntando después -para muestra la familia acribillada en Falcón-
Los venezolanos casi en pleno deseamos ver un país con mayores oportunidades, donde los servicios públicos funcionen eficientemente, que la matraca de los burócratas sea un mal recuerdo del pasado, con plenas libertades económicas, un país donde pensar distinto a otros no sea un crimen o razón para ser discriminado. Un país estable, donde impere el reino de la ley, que los ciudadanos sepan el alcance de sus derechos y de sus obligaciones, y si en el camino surgen dudas, tener un sistema de justicia independiente con jueces y funcionarios públicos apegados a la ley y no a las ordenes de un partido. Pero, por ahora y mientras tanto, este es el país que tenemos, mas no el que merecemos.
Los venezolanos pacientemente, seguimos aspirando el país que tantas veces nos ha sido prometido, y sin embargo hoy estamos pasando las de caín, claro hay honrosas y deshonrosas excepciones, sino preguntenle a los enchufados, que se encuentran aferrados a sus privilegios en el poder, al tiempo de que sus bases pareciera empiezan a impacientarse. Es hora de presentar una oferta superior, que acabe con la diatriba diaria. Claro que ratifico mis criticas al ministerio electoral del PSUV, ese al que algunos llaman el Poder Electoral y otros el CNE, pero nuevamente ese es el que tenemos (hasta que lo cambiemos), y hoy no es tiempo de renunciar al ejercicio de un derecho, como lo es el voto, porque no ejercerlo no parece ser muy útil a la causa de la democracia.
Todavía estamos pendientes de la decisión sobre la impugnación del proceso electoral del 14 de abril, incoada por Henrique Capriles, ante la Oficina de Asuntos Jurídicos del gobierno -también referida como TSJ- pero parecen tener asuntos mas prioritarios que atender, como perseguir a los lideres de la alternativa democrática, pero, ese es el tribunal que tenemos (hasta que lo cambiemos).
Ahora bien, ¿y como los cambiamos? porque nada cambia, si nada cambiamos. Entonces propongo elevar la apuesta democrática y darle a los ciudadanos una causa justa por la cual luchar, invoquemos al poder originario, que reside en el pueblo (todavía y a pesar de los hermanitos Castro) para solicitar una Asamblea Constituyente, y que todos los aspirantes y candidatos a las elecciones del 8 de diciembre (tanto los nuevos, como los recurrentes), sean los impulsores de esta iniciativa que bien podría servir para ir poniendo orden en la casa.
Que si los rectores del CNE tienen el periodo vencido y no hay quien inicie el procedimiento para sustituirlos: Constituyente!
Que si las actuaciones de los Magistrados del TSJ parecieran divorciadas de las disposiciones legales: Constituyente!
Que si se robaron las elecciones y no hay forma de que reconozcan la voluntad popular: Constituyente!
Asi lo veo yo, si alguien lo ve diferente, esta en todo su derecho, pero no podemos conformarnos con el mientras tanto, cuando a la vuelta de la esquina hay un país mejor para todos, y todos debemos trabajar para hacerlo posible.
Pedro Galvis