Hace tiempo escribí en estas páginas un artículo en el que hablaba de la discriminación femenina en el mercado laboral: en promedio, las mujeres cobran un 23,5% menos que los hombres. Una parte de esa diferencia se explica porque son muchas las mujeres que abandonan el mercado laboral para tener hijos y, por lo tanto, su progresión dentro de la empresa. Otra parte de la diferencia se explica por el tipo de trabajos que las mujeres tienen una mayor propensión a escoger empleos donde hay menos competencia como es el caso de las ONGs. La explicación es que las mujeres son menos competitivas que los hombres y, por lo tanto, tienen menos ganas de pelearse para subir en la escala salarial de las grandes empresas. Eso hace que, al final, haya menos mujeres en los puestos de más poder y mayor remuneración.
Un dato interesante aparece en Wikipedia. Como todos sabéis, Wikipedia es la mayor enciclopedia de la historia y es editada y reeditada constantemente por un ejército de voluntarios de todo el mundo. Vosotros mismos podéis ir a cualquier entrada de Wikipedia y editar el artículo. Vuestros cambios permanecerán escritos hasta que otro editor decida borrarlos o cambiarlos. Pues bien, el dato interesante es que, a pesar de que la presencia femenina en internet es superior a la masculina (las mujeres son mayoría aplastante en Facebook y Twitter, por ejemplo), solamente el 16% de los editores de Wikipedia son mujeres. Es más, las mujeres solamente hacen el 9% de los escritos. Y lo más sorprendente: incluso en las entradas “más obviamente interesantes” para las mujeres (como “embarazo”, “aborto” o “Sex and the City” -una serie televisiva mucho más seguida por las mujeres que por los hombres), la mayoría de ediciones son hechas por los varones.
Claramente en Wikipedia no hay ningún tipo de discriminación contra las mujeres: los que participan lo hacen porqué quieren y nadie cobra nada por editar empezar o editar artículos. ¿Qué explica esta ínfima participación femenina en Wikipedia? Una posible explicación es que los hombres tienen más tiempo libre para “perder” editando enciclopedias que las mujeres. Esto no parece razonable dado que las hembras tienden a perder tanto o más tiempo en Facebook o Twitter.
Otra explicación más razonable a las mujeres no les gusta tanto pelearse como a los hombres y enzarzarse a editar entradas de Wikipedia puede ser una actividad bastante “violenta” ya que uno debe pelearse con otros editores para hacer valer su criterio. Dada que esa es la explicación que también se da al hecho de que las mujeres cobran menos que los hombres, uno debe preguntarse si es verdad que las mujeres son menos competitivas que los hombres. Para responder a esa pregunta los economistas conducturales Uri Gneezy, Kenneth Leonard y John List de las universidades de Chicago y Tilburg hicieron un estudio interesante. A una muestra de hombres y mujeres les hacen jugar a “meter bolas de tenis dentro de un cubo desde una distancia de tres metros”. Antes de lanzar ninguna bola, a los participantes se les deja escoger entre (A) cobrar un dólar por cada acierto o (B) cobrar tres dólares por cada acierto pero solamente si consigue meter más bolas que un contrincante que está lanzando bolas en otra sala paralela. Realizaron este experimento en Estados Unidos y los resultados fueron más o menos los esperados: el 50% de los hombres escogieron competir y tener la posibilidad de tener un premio superior mientras que solamente el 26% de las mujeres escogían competir. Eso confirmaba que las “ganas” que tienen las mujeres de competir para ganar son menores.
Naturalmente, esto nos lleva a la siguiente pregunta: ¿Por qué las mujeres son menos competitivas? La respuesta a esta pregunta tiene dos teorías. La primera es que el ADN femenino las lleva a ser menos violentas. Al fin y al cabo, la evolución Darwiniana ha hecho que nosotros seamos los descendientes de hombres violentos que luchaban contra animales y hombres de otras tribus y de las mujeres que se quedaban en la cueva cuidando de la descendencia. Esos genes violentos de los machos se han heredado de generación en generación (los hombres “no violentos” fueron asesinados por los violentos y no tuvieron oportunidad de reproducirse) hasta llegar a nosotros.
La segunda teoría es cultural: nuestra sociedad patriarcal da un papel específico a niños y niñas, un papel que se transmite a través del sistema educativo, la familia, la televisión o los juguetes. Para averiguar si las diferencias de sexo son biológicas o culturales, Gneezy, Leonard y List repitieron su experimento en dos tribus distintas. La primera era la Masái, en Tanzania. Los Masái son una tribu africana radicalmente machista: no educan a las niñas, las hijas son vendidas en matrimonio (el precio actual son unas 10 vacas por niña) y cuando a un padre Masái le preguntas cuantos descendientes tiene, responde con el número de hijos. Para él las hijas como si no existieran. Pues bien, cuando los investigadores norteamericanos hicieron su experimento de lanzar bolas de tenis en un cubo, obtuvieron unos resultados parecidos a los norteamericanos: el 50% de los hombres decidía arriesgarse y competir mientras que solamente el 26% de las mujeres optaba por la competición.
La segunda tribu en la que se llevó a cabo el experimento fue la tribu de los Khasi de la región de Meghalaya en el norte de la India. Los antropólogos dicen que los Khasi son la tribu más matriarcal que existe: la riqueza familiar se transmite de madres a hijas, los desdendientes toman el nombre de la madre, las niñas reciben mejor educación que los niños. Cuando los investigadores norteamericanos llevaron a cabo su experimento con los Khasi los resultados fueron sorprendentes: solamente el 39% de los hombres Khasi decidió arriesgarse por la opción competitiva mientras que el 54% de las mujeres optaba por la competición (hay que decir que el porcentaje de riesgo entre las mujeres Khasi fue ¡mayor que el de los hombres norteamericanos y Masái!).
Naturalmente los hombres y mujeres Masai tienen la misma constitución biológica, el mismo ADN, que los Khasi o los norteamericanos. Lo que los diferencia es la cultura y, en particular, el papel que la mujer juega en la familia. La conclusió de Gneezy, Leonard y List es que, si hay diferencias biológicas entre hombres y mujeres, éstas quedan empequeñecidas al lado de las diferencias que crea la cultura y la educación.
Conclusión: las diferencias salariales entre hombres y mujeres se pueden corregir. Para conseguirlo, hay que cambiar el sistema educativo: hay que cambiar la cultura que hace que nuestras hijas tengan un papel distinto al de nuestros hijos en nuestra sociedad.
NOTA: Algunos comentaristes en Twitter han sugerido que las afirmaciones contenidas en este post están “inspiradas” (las comillas son suyas) en un podcast de radio Freakonomics y dicen que es feo no citar las fuentes originales. Las fuentes originales en las que se basa este post són el artículo de Econometrica de Gneezy, Leonard y List y el de Lam y seis coautores más en Wikisym. Ambos están perfecta y correctamente citados y linkeados en el post.