Estados Unidos resulta crucial para Asia y se concentra en la política de Medio Oriente, pero la región que el actual secretario de Estado norteamericano John Kerry calificara en alguna ocasión como el “patio trasero” de Estados Unidos está fermentando viejas rencillas exacerbadas por el escándalo sobre Edward Snowden, ex analista de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense.
Venezuela, Bolivia y Nicaragua de antemano se han manifestado dispuestos a conceder asilo a Snowden, a quien se le acusa de espionaje por haber revelado el alcance de los programas de vigilancia de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA, por sus siglas en inglés) que espiaban a todos los estadounidenses y extranjeros. Ecuador ha señalado que podría analizar alguna solicitud del estadounidense.
Las relaciones de Estados Unidos con esos países ya eran poco amigables. Pero el caso de Snowden también ha socavado el esfuerzo del gobierno del presidente Barack Obama de mejorar relaciones con naciones más amigables en la región como México y Brasil.
Snowden sólo ha sido el más reciente revés. Los líderes de la región ya habían criticado enérgicamente a Estados Unidos esta semana cuando un diario de Brasil con acceso a algunos de los documentos filtrados por Snowden informó que el programa de espionaje se había centrado ampliamente en correos electrónicos y llamadas telefónicas en toda América Latina. Esa revelación tuvo lugar pocos días después de los reclamos que provocó en la región austral por el desvío por Europa del vuelo del presidente de Bolivia, Evo Morales, en medio de sospechas infundadas, tal como se demostró posteriormente, de que Snowden viajaba a bordo.
Todo esto tiene lugar poco después que el presidente Obama, el vicepresidente Joe Biden y el mismo Kerry han emprendido giras por la región a fin de impulsar el interés de Estados Unidos en América Latina.
“El efecto que ha tenido el caso Snowden sobre los revitalizados esfuerzos para volver a reforzar las relaciones con América Latina ha sido como un balde de agua fría”, destacó Carl Meacham, un importante ex consultor sobre América Latina para la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado. “No detendrá los acuerdos comerciales, ni la cooperación energética, pero será más difícil que el presidente proyecte la imagen de *Estamos aquí para colaborar con ustedes*. Se trata de un revés”.
Estados Unidos ha intentado minimizar los efectos colaterales de la revelación de información sobre las actividades de espionaje. La portavoz del Departamento de Estado, Jen Psaki, admitió que Estados Unidos recaba información extranjera mediante el espionaje, argumentando que otros países también lo hacen.
“Les puedo decir que hemos hablado con los funcionarios brasileños con respecto a estas acusaciones”, indicó esta semana. “Tenemos previsto continuar nuestro diálogo con los brasileños mediante los canales diplomáticos normales, pero esas son conversaciones que, por supuesto, mantendríamos en secreto”.
Psaki ha manifestado también que cualquier país que le conceda asilo a Snowden crearía “graves dificultades en nuestras relaciones bilaterales”.
Si bien es posible que otras naciones espíen a sus aliados, las acusaciones han avivado un sentimiento antiestadounidense que ya existía en la región. Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Ecuador tienen gobiernos populistas que se han opuesto al dominio de Estados Unidos en el continente americano y han pretendido políticas que a menudo se muestran en contra de la voluntad de Washington. The Associated Press