Los revolucionarios que nos asfixian, hijos desnaturalizados de buena madre que son; apóstatas del amor brindado en el claustro y regazo maternos, en el Alma Mater; hijos que con saña atacan violando, amordazando, destruyendo las entretelas de su propia progenitora y a sus menores hermanos; hombrecitos y mujercitas emasculados por el dogma y la ideología, cegados por el odio, improductivos y destructivos, justificaciones de la frase de Ingenieros de que sin mediocres no existiríamos. ¿Cómo ser una universidad de pensamiento único y monótono? ¿Cómo no disentir, discutir y llegar a acuerdos de convivencia? Pero, cuidado, el comunismo internacional tiene mucho que perder en nuestra patria. Bienvenidas las mesas de diálogo, pero alerta, ¡cómo juega el gato maula con el mísero ratón! ¿Cuándo ha dialogado sinceramente un gobierno totalitario? Ganar tiempo es el quid de sus ofertas, siempre desleales.
No abandonemos nuestra universidad, quiere ser destruida y si permitimos que pase, pasará.