Los populares bizcochos “Twinkies” volvieron hoy a las tiendas de Estados Unidos tras más de ocho meses de ausencia debido a la bancarrota de la empresa que los fabricaba, Hostess, que provocó una verdadera consternación entre sus más fieles consumidores.
Sin embargo, el regreso no ha sido tan dulce como habían esperado los nuevos propietarios de los “Twinkies”, el fondo de inversión Apollo Global Management y el inversor Dean Metropoulous, puesto que algunos consumidores han manifestado su decepción por la reducción del tamaño de los famosos bizcochos.
“Así que los ‘Twinkies’ han vuelto, ¡pero no son del mismo tamaño!” o “Parece que protagonizar el ‘regreso más dulce de la historia’ implica cobrar un precio en tu tamaño”, eran algunos tuits que se podían leer hoy sobre la vuelta de este dulce a los comercios de EE.UU.
La caja de diez de estos pastelitos pesa ahora 385 gramos y tiene una caducidad de 45 días, frente al peso de 425 gramos y 26 días de vida que tenía anteriormente, aunque los nuevos propietarios de los “Twinkies” aseguran que esos cambios ya se habían puesto en marcha antes de la bancarrota de Hostess.
El gigante de la repostería se declaró en suspensión de pagos en enero de 2012 y, tras unas largas e infructuosas negociaciones con sus sindicatos de panaderos, finalmente decidió echar el cierre y vender sus marcas a Apollo Global y Metropoulous por 410 millones de dólares.
Durante ese proceso los famosos bizcochos rellenos de crema de vainilla de la empresa desaparecieron de los comercios de este país, junto a otras marcas como Ding Dongs o CupCakes, lo que provocó una ola de nostalgia y compras masivas de las últimas existencias del popular pastelillo.
El bizcocho, que se convirtió en un elemento imprescindible en las mochilas del almuerzo de los niños de este país tras la Segunda Guerra Mundial, fue creado por el panadero James Dewar en los años 30, cuando a la empresa se le acabaron las existencias de fresas para las tartas rellenas que fabricaba.
Dewar no veía ninguna razón para parar las máquinas, así que ideó un pastel de crema de banana que, con el racionamiento de la guerra, se transformó en crema de vainilla y arrasó en el mercado. EFE