Según informa la Universidad Carlos III de Madrid, esta investigación permitirá saber cómo se produce el intercambio de dióxido de carbono entre el océano y la atmósfera, reseña ActualidadRT
“Una ola es una deformación en la superficie de un líquido que se mueve con una velocidad independiente de la de este”, explican los investigadores. Por ejemplo, en las olas que se forman al tirar una piedra a un estanque, el agua permanece en reposo, mientras que aquellas se alejan del centro con una velocidad propia.
“En nuestro caso ocurre más bien al contrario: el agua va muy rápido (a varios metros por segundo), pero la ola se mueve a velocidad cero. Es decir, permanece fija, congelada en el tiempo para un observador que la ve desde fuera del agua”, explica Javier Rodríguez, uno de los autores de la investigación.
En el experimento los científicos utilizaron técnicas de procesado digital de imágenes y de visualización, iluminando con láser para reconstruir la forma de la ola en tres dimensiones y poder compararla con olas reales, similares a las que encantan a los surfistas.
“Lo más llamativo es observar una ola de tubo que se queda quieta, hasta el punto de que podemos meter los dedos debajo de la cresta el tiempo que queramos y no nos mojamos porque esta ola no rompe nunca”, describe Rodríguez.