El embajador de Colombia en Estados Unidos, Carlos Urrutia, presentó hoy su renuncia para poder responder por un escándalo de supuesta compra irregular de tierras en el que se vio involucrado un despacho de asesores en el que trabajaba anteriormente, informaron hoy fuentes oficiales.
En una carta enviada al presidente del país, Juan Manuel Santos, y divulgada por medios locales, Urrutia dijo: “no estoy dispuesto a permitir que mi presencia en la Embajada sirva de pretexto para entorpecer la discusión pública que debe darse con altura y profundidad, y con ello perjudicar al Gobierno y el país”.
El senador del opositor Polo Democrático Alternativo (PDA) Jorge Enrique Robledo había asegurado que mientras el embajador era socio de Brigard & Urrutia Abogados había asesorado a empresas para comprar de forma irregular en el departamento del Vichada terrenos baldíos que son propiedad del Estado.
“La firma de abogados que lideré en el pasado le prestó asesoría legal a empresas con emprendimientos agroindustriales en la altillanura que tienen vocación de convertir al país en una potencia alimentaria”, explicó Urrutia en la misiva.
El hasta ahora embajador dijo que confía “plenamente en la legalidad de las tesis jurídicas” que sustentaron aquel trabajo, al tiempo que lamentó que la discusión pública se niegue a escuchar “las razones jurídicas que concluyen que las adquisiciones de tierra se ejecutaron conforme a derecho”.
Urrutia se refirió al debate político que se desgajará de la decisión del Gobierno y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) de acometer una serie de reformas agrarias en el país como fruto de las conversaciones de paz que mantienen en La Habana.
“Estas circunstancias exigen que me retire de la Embajada para defender mi conducta anterior. No puedo dar pie a que se perciba que busco escudarme en la posición que ocupo. Por ello he tomado la determinación de renunciar al cargo de embajador de Colombia en Washington”, concluyó.
Anteriormente Urrutia había señalado que en 2012 vendió las acciones que tenía de la firma Brigard & Urrutia, antes de asumir su puesto diplomático, por lo que no había “conflictos de intereses”. EFE