Dolor y estupor, son las palabras que definen lo que se siente al ver c??mo el presente y el futuro del país son literalmente asesinados sin miramientos y compasión. Buena parte de nuestros jóvenes son víctimas de la violencia o se incorporan como soldados de quienes promueven la violencia.
¿Las razones? Las más absurdas y condenables: negarse a entregar un celular, una laptop, no pagar las llamadas “vacunas”, o simplemente por una discusión, como ocurrió el fin de semana pasado en Santa Cruz de Mara, donde un ciudadano quemó vivo a su hermano paralítico luego de tener un intercambio de palabras.
Hace unas semanas hice una reflexión sobre la hipoteca de valores que tenemos en nuestro país, donde los niveles de desmoralización son tan grandes y marcados que nos han llevado a un alarmante estado de anomia social. Y lo peor es que nadase está haciendo para rescatar esos valores que nos caracterizaban como pueblo.
Que lamentable fue leer la noticia del crimen del joven profesor de matemática y física que mataron cuando se dirigía al liceo América Norte a dar clases, y ¿Por qué?, para robarle la computadora portátil.
Otro de los crímenes condenables con los que nos encontramos en las páginas de los diarios en días recientes, fue el de la señora LenysHinestroza, a quien degollaron en su casa, en el municipio Santa Rita porque su hijo al parecer se negó a pagarles vacuna a unos presuntos delincuentes.
También traigo a colación la masacre de los ocho jóvenes en Caicara del Orinoco, en el estado Bolívar; que celebraban una graduación de bachiller. Son tantos los ejemplos tristes que podemos recordar, que esta historia parece interminable ¿Cuándo los venezolanos podremos vivir con la añorada paz y la anhelada tranquilidad?
Tras el dolor que se siente al tener conocimiento de estos lamentables asesinatos, no me queda más que unirme al dolor de los familiares de cada una de las víctimas que a diario engrosan las estadísticas de lo que pareciera ser un parte de guerra; también me uno al clamor de justicia que le hacen a Dios, en primer lugar; y a las autoridades judiciales; en segundo lugar.
Es lamentable que quienes tienen la responsabilidad de conducir al país, promover valores y consolidar una educación productiva y proactiva; se ocupen más de profundizar un proceso de ideologización a través del cual sólo buscan disciplina y obediencia política.
Y preocupa que usen sus discursos para descalificar y ofender, en vez de construir y educar. Cuando un presidente ocupa buena parte de su tiempo en ofender, gritar y atropellar; entendemos porque estamos como estamos y de como en muchos casos prefieren mirar hacia el otro lado o sencillamente achacar la culpa a los medios de comunicación.
Los medios de comunicación sólo reflejan la realidad de un país. Los medios y los periodistas no son responsables del altísimo nivel de impunidad, de la corrupción que ha penetrado los cuerpos de seguridad y de la falta de creatividad que sobre esta materia tiene este proceso supuestamente revolucionario.
El Zulia es un vivo ejemplo de cómo carecen de ideas. Con todos los recursos y los cuerpos de seguridad a su favor, el incremento en las cifras rojas es terrible. Antes jugaron al caos con el tema. Hoy no saben como cumplir con su principal oferta electoral, que ahora mutó a engaño político.
Yo sigo apostando al futuro; sigo apostando por tener un mejor país, por rescatar esos valores tan característicos de los venezolanos. En la unión está la fuerza, y por eso los invito a que cada uno desde su trinchera, como dicen por allí, me acompañe en el rescate de los valores de nuestra Venezuela.