Hay al menos un sitio en el que es legal despedir a una empleada por tener unos kilos de más: los casinos de Atlantic City. Un juez de Nueva Jersey, Nelson Johnson, dictaminó la semana pasada que las famosas «Borgata Babes», que atienden a los clientes del Hotel Borgata (tambien casino y SPA), deben mantenerse en su peso ideal, como estipula su contrato. El artículo y los posibles efectos de su incumplimiento no son discriminatorios, según el fallo.
Hasta veintidós «Borgata Babes» unieron sus fuerzas para denunciar al hotel por discriminación. Las chicas se quejaban de ser utilizadas como objetos sexuales y de los frecuentes controles de peso a los que son sometidas, algo que no sufren sus compañeros. En el contrato de estas mujeres hay una cláusula que les impide superar en más del 7% el peso corporal que tenían cuando empezaron a trabajar. Además, deben lucir un característico vestido negro, muy corto y escotado, y zapatos de tacón. Según las trabajadoras, incluso les recomendaban tomar laxantes o dejar de ingerir ciertas medicinas para no engordar.
En su fallo, el juez explica que las chicas ya conocían las condiciones de trabajo cuando firmaron sus contratos, y que habían dado su consentimiento a los controles de peso. La solicitud de empleo para entrar en el casino como una «Borgata Babe» estipula que el local busca una mezcla de «modelos, chicas que sirven bebidas y encantadoras anfitrionas, siempre adorables». Nelson Johnson añade que para que las chicas sean utilizadas como objeto sexual «es necesaria su participación».
El juez también alegó para justificar su sentencia que no encontró ningún artículo en las leyes de Nueva Jersey que hable de discriminación por peso o altura. Según Time, sólo el Estado de Michigan y algunas ciudades sueltas del país tienen artículo que contemple esta forma de discriminación, para algunos la última modalidad que todavía no ha sido abolida en Estados Unidos.
En 2006, dos «Borgata Babes» ya demandaron a sus empleadores, a los que reclamaban 70 millones de dólares por humillarlas con sus vestidos y sus límites de peso. Una de ellas alegó incluso que engordaba por un problema de tiroides. Se sabe que ambas partes llegaron a un acuerdo, cuyos detalles se mantuvieron en secreto.
El hotel-casino Borgata (e imagino que otros), por cierto, ofrece una opción delirante a sus clientes: jugar desde sus habitaciones, sin necesidad de salir a la zona de casino. Me pregunto si para jugar por internet no es mejor quedarse en casa directamente. O si el hotel envía a sus huéspedes algo más que comida y bebidas a la habitación.