En su fallo, el juez explica que las chicas ya conocían las condiciones de trabajo cuando firmaron sus contratos, y que habían dado su consentimiento a los controles de peso. La solicitud de empleo para entrar en el casino como una «Borgata Babe» estipula que el local busca una mezcla de «modelos, chicas que sirven bebidas y encantadoras anfitrionas, siempre adorables». Nelson Johnson añade que para que las chicas sean utilizadas como objeto sexual «es necesaria su participación».
El juez también alegó para justificar su sentencia que no encontró ningún artículo en las leyes de Nueva Jersey que hable de discriminación por peso o altura. Según Time, sólo el Estado de Michigan y algunas ciudades sueltas del país tienen artículo que contemple esta forma de discriminación, para algunos la última modalidad que todavía no ha sido abolida en Estados Unidos.
En 2006, dos «Borgata Babes» ya demandaron a sus empleadores, a los que reclamaban 70 millones de dólares por humillarlas con sus vestidos y sus límites de peso. Una de ellas alegó incluso que engordaba por un problema de tiroides. Se sabe que ambas partes llegaron a un acuerdo, cuyos detalles se mantuvieron en secreto.
El hotel-casino Borgata (e imagino que otros), por cierto, ofrece una opción delirante a sus clientes: jugar desde sus habitaciones, sin necesidad de salir a la zona de casino. Me pregunto si para jugar por internet no es mejor quedarse en casa directamente. O si el hotel envía a sus huéspedes algo más que comida y bebidas a la habitación.